Diario de Castilla y León

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El Fiscal General del Estado Álvaro García Ortiz está en el punto de mira por un presunto exceso de vasallaje político. García Ortiz es ese individuo que debe al Presidente Sánchez su posicionamiento preferente en la Carrera Fiscal. Su señoría ha renunciado, como consecuencia de los mercadeos políticos, a ser uno de los sobrios pilares que ofrecen solidez al Estado de Derecho ¡Hay que ver cómo se han ido deteriorando los principios democráticos españoles y cómo el Presidente Sánchez propicia la eclosión imperativa del “ordeno y mando” para que sus servidores más fieles y comprometidos con la causa se hundan en el fango en el que se hunden los individuos que se venden por poco! 

La Política hace estragos en algunos ciudadanos que habiendo aprobado una complejísima oposición para ser jueces y fiscales - y a cuya preparación dedicaron los mejores años de juventud - se desviaron por los atajos que cohabitan con la política rastrera y premeditadamente nauseabunda... Otro de esos héroes, que va de héroe, es el exjuez Garzón. Creyó que iba a ser ministro con González y le salió el tiro por la culata, aunque va de “triunfito” por la vida. Salió por la gatera de la carrera judicial, tras haber prevaricado y haber ejercido con deslealtad el noble oficio que en algún tiempo lo había encumbrado. El exjuez Garzón no es el héroe que él cree que es. Es un perdedor que lastró su honor y que hoy ejerce la abogacía en un bufete que a buen seguro le da más dividendos. ¡El dinero! ¡El dinero! ¿Qué tendrá el dinero que tanto estrago causa? 

Es de nuevo la historia de las 30 monedas de plata por las que Judas vendió a Cristo para terminar ahorcándose en una higuera, y la de aquellas otras monedas - indeterminadas y ficticias - que un cónsul romano ofreció a los traidores que degollaron a Viriato mientras dormía. Son las monedas que siempre están presentes en todos los escenarios de la vida de los infelices. El exjuez Garzón y su dignidad de juez prudente a cambio de los “pecunios o peculios” de un bufete oportunista que defiende a las izquierdas que procrean dictadores como Maduro. Probablemente en sus silencios se apliquen a sí mismos los versos de don Ramón de Campoamor: “La conciencia culpados / castiga tan pronto y bien, / que hay muy pocos que no estén / dentro de su pecho ahorcados”. El fiscal y el exjuez saben de sobra que son pasto del fracaso más estrepitoso. Que vienen de la nada y allí regresarán. Que las monedas de plata están al orden del día. Ambos traicionaron su propia profesión y los traidores no suelen recibir lo prometido. Aulax, Ditalco y Minuro degollaron a su amigo Viriato, pero el cónsul Quinto Servilio Cepión fue el que luego les dijo: “Roma no paga a traidores”

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