Diario de Castilla y León

EDITORIAL

El derecho a no robar las ilusiones de los ciudadanos en el día de los Goya

Estatuilla de Goya en la plaza Mayor de Valladolid.-E. M.

Valladolid alberga los Premios Goya. ICAL

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HAY UN ABSURDO AFÁN, no hispano, sino europeo, occidental, para más señas, un tanto recurrente y no por ello menos absurdo que suele servirse de grandes acontecimientos para amplificar sus demandas y reivindicaciones. Estamos acostumbrados a verlo y hasta hartos de padecerlo. Castilla y León será una región de cine. Con todos los focos puestos sobre la elegancia, el arte y el glamur que desprende uno de los festivales de cine más importantes del mundo. Por primera vez en Castilla y León. En Valladolid, una ciudad íntimamente ligada y comprometida con el cine con su veterana y prestigiosa Seminci. Un acontecimiento único e histórico, que vestirá la ciudad del Pisuerga con las mejores galas cinematográficas y se convertirá en una especie de Hollywood hispano por unas cuantas horas. 

Los Goya son, además de un evento exclusivo, un escaparate excepcional para el lugar que los acoge. Pero también para oportunistas que aspiran a chupar un poco de ese protagonismo que desprende tanto foco con sus legítimas reivindicaciones. No era el día ni el lugar. Pero así lo han decidido dos sindicatos con el apoyo de numerosos colectivos y algunos partidos políticos del espectro de la izquierda para mostrar su rechazo al gobierno también legítimo de la Junta entre PP y VOX, emanado de las urnas de febrero de 2022. Y parece que así lo han decidido los inciertos agricultores que estos días de forma organizada, no espontánea, pero sin autorización legal oportuna han tomado nuestra autovías, nuestras carreteras y nuestras ciudades para sembrar el caos, a la vista de que los insensatos dirigentes de la Unión Europea están entorpeciendo la posibilidad de que siembren en sus campos en igualdad de condiciones que otros países que compiten con nuestro productos. Dos movilizaciones legítimas. Una de puro corte ideológico y otra de pura supervivencia. Una con permisos y autorización civilizada y otra, con muy poco de civilizada.

Aunque acierten en sus reclamaciones, no hay duda de que se han equivocado de lugar y de día. No es el lugar los Goya. No es el lugar Valladolid. Y no es el día de los Goya de Valladolid y Castilla y León. Ninguno tiene derecho a restar el más mínimo protagonismo a una ciudad y unos ciudadanos que por una noche podrán presumir orgullosos que su ciudad es la ciudad de las estrellas. La historia no les juzgará porque en la memoria sólo quedará el recuerdo de una jornada hermosa y única. Pero ambos han decidido clavar dos banderillas negras en el lomo de sus ambiciones y reivindicaciones. Qué grande es el cine y qué pequeña es  la mediocridad sectaria.

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