Diario de Castilla y León

Ricardo Gª Ureta

A comer marisco y a copiar lo que funciona

opi dentro

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PASAN LOS AÑOS como flechas sin destino, porque no tenemos control alguno del azar, y de repente reparas en algunas cuestiones que siempre estuvieron ahí pero habías dejado de percibirlas. A todo se acostumbra el hombre, y la mujer. Ocurre que en Castilla y León estamos tan habituados a que ciertos problemas coyunturales se conviertan en permanentes que se nos hacen parte del paisaje. El caso que voy a mencionar aquí se vive en la ciudad de Burgos pero estoy convencido de que se producirá igualmente en otros rincones de la Comunidad por los que transita el Camino de Santiago. Resulta que como la Ruta Jacobea cuenta con una enorme protección dada su declaración como Patrimonio Mundial por la Unesco, cualquier rehabilitación o intervención urbana, sea particular o pública, se complica muchísimo. Sucede desde hace décadas que no hay manera de meter mano, en este caso, a la recuperación del antiguo pueblo de Gamonal y se acumulan los trienios y los gobiernos sin ser capaces de frenar el penoso deterioro de lo que fue el caserío del pueblo originario, antes de su integración en Burgos como barrio. Cualquier peregrino que llega a la capital burgalesa desde ese extremo de la ciudad se ve abocado a caminar entre ruinas y fantasmas. La normativa deja poca o ninguna opción de rehabilitación a los propietarios,  que hoy en día son los nietos o bisnietos de quienes allí habitaron. No hace falta mencionar, además, lo complejas que pueden llegar a ser las herencias. Pues por lo uno, por lo otro y porque Burgos es así, la ruina se está extendiendo como una mancha de aceite y se puebla de negocios vacíos el paisaje de las zonas modernas y altamente pobladas del barrio que tocan con el pueblo antiguo. ¡Quién lo hubiera podido imaginar! Así está y así seguirá. No me cabe la menor duda. Mientras tanto, en tierras del apóstol, sí se han percatado de que los Caminos de Santiago constituyen un activo singular de la Comunidad autónoma de Galicia y la Xunta se ha dado cuenta de su responsabilidad, junto con los ayuntamientos, sobre los casos de aquellas poblaciones en las que sus construcciones rurales tradicionales quedaron en el abandono y sin mantenimiento, abocadas al deterioro y mientras afeaban el paisaje urbano por el que desfilan los romeros a Santiago. La Xunta de Galicia se ha dado cuenta de que intervención pública es clave para fomentar la recuperación de las construcciones, la mejora de las condiciones de vida de los residentes, y los espacios públicos y la creación de una dinámica que favorezca la inversión. Y en un alarde de imaginación política creó las  áreas de rehabilitación integral (ARI) de los Caminos de Santiago. Acaban de volver de A Coruña los del PP y los del PSOE de Castilla y León, pero se conoce que estaban a sus líos de partido. Cuando vayan algún día a Galicia a algo más que comer marisco bien podrían traerse una copia de la estrategia de esas ARI, a ver si se pudiera aplicar aquí. Todo menos pensar, no sea que les siente mal.

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