Diario de Castilla y León

EDITORIAL

Respaldo a las reivindicaciones razonables del sector del campo

Tractorada en Castilla y León. ICAL

Tractorada en Castilla y León. ICAL

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EL CAMPO ES un sector estratégico del nuevo orden mundial. Se mire por donde se mire. Ha pasado de ser considerado un modelo económico de otro siglo a convertirse en un sector tan vital como pueda ser el de la automoción, la tecnología o incluso el del turismo. Un sector primario fuerte hace más competitivo a cualquier país o región. Lo hace ser de primer orden en el nuevo orden mundial en el que hay dos asuntos que priman junto a la seguridad militar y policial, la seguridad alimentaria y la seguridad sanitaria. No hay que remontarse a las hambrunas de los periodos bélicos o entre guerras para comprobarlo. Basta acudir a la reciente pandemia, superada apenas hace un par de años y que puso contra las cuerdas los modelos productivos europeos. 

Castilla y León tiene en el campo, como en el turismo o la automoción, un elemento de indudable dinamismo, progreso y seguridad. Es más, junto con el turismo, son sectores y modelos productivos que están protegidos contra la deslocalización. Y esa es una cualidad que lo hace privilegiado y, por añadidura, convierte a Castilla y León en un territorio privilegiado.

Y pese a que todas estas cualidades y condicionantes están asumidas por el conjunto de la clase política, el campo vive en constante ebullición, zozobra e incertidumbre. Muchas de ellas ocasionadas por los propios políticos. Europa no acaba de aclararse con determinadas decisiones, como por ejemplo, el de las exigencias de controles que se aplican a los productos de la eurozona frente a la desidia que se tiene con los de otros competidores de fuera de la Unión Europea. De esta forma no se puede competir en igualdad de condiciones. Marruecos, por ejemplo no produce con los mismos costes laborales, pero tampoco con las mismas garantías sanitarias que un productor de Castilla y León. Pero Europa no acaba de enterarse ni de hacer nada para remediar esa desigualdad que estimulan las decisiones europeas, cuyas elecciones se celebran el próximo mes de junio. Los agricultores reclaman igualdad en las condiciones competitivas. Es lo mínimo en un mercado libre. Pero el mercado no es libre. Es una rémora para nuestros productores tal y como está planteado. Pero también reclaman una PAC adecuada a los territorios, no una tarifa plana. Igual que reclaman poner fin a tanta burocracia en la que están atrapados. Y que se cumpla la ley, la de la cadena alimentaria, de momento inservible.  Todo reivindicaciones razonadas y razonables. Pero que tendrán que volver a ejercerse en la calle contra la política que no escucha. Es más que razonable. Y son de los nuestros. Y merecen nuestra comprensión, pero también nuestro respaldo.

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