Diario de Castilla y León

Antonio Piedra

Memoria literaria intensa y profunda

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Al margen de lo que el martes 12 se aprobaba y se discutía en el Congreso de los Diputados –la Ley de Amnistía–, tuvo lugar en Palencia –en el Centro Cultural Lecrác– un foro congresual muy distinto, titulado «Gabino Alejandro Carriedo, Integridad y Vanguardia». Durante dos días –12 y 13– se ha conmemorado el centenario del nacimiento del poeta palentino que –organizado por el Ayuntamiento de Palencia, la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León, el Instituto Castellano y Leonés de la lengua, y la Fundación Jorge Guillén–, ha vuelto a valorar la obra creativa de uno de los grandes maestros del siglo XX.

Y se ha hecho en este momento en el que hablar de homenajes y de valores –no importa del tipo que sean– parece ir en contra de la corriente de la historia y de lo políticamente correcto sobre todo. Priman las amnistías, las amnesias, eso que los griegos llamaban ataraxia –no turbarse lo más mínimo por las creaciones estéticas, creativas y espirituales–, y se sigue lo que escribía Horacio en una de sus Epístola s: «nihil admirari», es decir, que nada de admirarse por nada. ¿Hasta este punto andan las cosas que hemos de pasar de todo lo que fundamenta una realidad distinta, o ver cara a cara lo que provoca –lo decía Platón– una «revolución en el alma»?

Pues no señor. Este congreso de Palencia, que ha reunido a críticos, estudiosos, poetas, a familiares, admiradores, y curiosos, ha pretendido revindicar una memoria literaria que no puede ser olvidada por su fecundidad, por su profundidad, y por esa intensidad que crea constantemente una insurrección, un batacazo del que no se repone uno tan fácilmente en cuanto se enfrenta a una lectura tan potente como la de Gabino Alejandro Carriedo. ¡Salve!

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