Diario de Castilla y León

Creado:

Actualizado:

SUPONGO que de eso trata, precisamente, el ser educado. Civilizado. De que todo lo que no sea pura realidad mental, y que no abandone tales dominios, se exponga y ejecute con un escrupuloso respeto y corrección. Sujeto al impecable código de los buenos modales. Lo curioso es que, con el paso del tiempo, no resulta incompatible el aseo en las formas con el surgimiento, descarnado, de pensamientos que no colisionan con el Código Penal precisamente por serlo, no por su contenido. No se trata tanto de represión, que lo es en cuanto a impedir su decantación hacia el exterior, sino, precisamente, de una liberación intelectual, ajena por completo (en lo posible) a viejos prejuicios, en el sentido de ideas instaladas por quién sabe qué mecanismos emocionales y sociales.

Resulta cada vez más difícil no rebelarse contra el uso torticero y engañoso de palabras, conceptos, normas y competencias. Hay quien alguna vez ha dicho o sentido que de tanto ser bueno se acaba siendo tonto. Y en esa línea argumental se puede constatar que los mecanismos democráticos, de tanto forzarlos para evitar (ridículas) críticas interesadas acaban haciendo pasar por digerible algunos guisos que no son sino bazofia ideológica que muestran el sesgo más totalitario y supremacista. O esos postres de cremosa tolerancia, siempre que se trate de reforzar los propios intereses. Es la guinda del pastel.

El asunto comenzó a torcerse cuando se dejó poner el nombre de las cosas a algunos, bajo el presupuesto (como prejuicio y como apunte contable) de su idoneidad intelectual para tal tarea. Así, se nos dijo qué y quiénes son progresistas, o conservadores, o reaccionarios, o… Aunque tampoco se explicó muy bien lo que, a esos efectos, era progresar, o conservar…

Para el germen ideológico de EH Bildu, progresar era el asesinato. Y para el centro-derecha no nacionalista en el País Vasco, conservar era, principalmente, conservar la vida. Que no era poco, y mostraba con terrorífica crueldad cuáles eran los términos del debate. O, en términos de los progres, del conflicto. Y, claro, era el inevitable camino y precio para la liberación de un sometido pueblo…

La mayor ultraderecha fascista en España son los nacionalismos regionales, cuyo supremacismo no impide su inclusión en el bloque progresista precisamente por todos sus postulados contrarios a la Constitución.

La aritmética no es que sea superior a las ideologías, pues en realidad lo que muestra es la verdadera naturaleza de éstas. Patologías endogámicas. Y, mientras tanto, nuestra democracia sin recibir la cita para salud mental, a la espera de su diagnóstico: neurosis institucional.

tracking