Decoro, Pollán, decoro, por dios
Las cortes de Castilla y León han alcanzado niveles inadmisibles en el último debate sobre el estado de la política autonómica. Que por cierto, está como suponíamos en pandemia y confinada en ideas e ingenio. Señor Carlos Pollán, ilustre cancerbero del hemiciclo de cúpula nacarada, dedique a sus ujieres a asuntos más útiles y eficaces que velar para que nadie haga fotos desde la tribuna de invitados de los parlamentarios metiendo el cuezo en páginas porno, ofertas de Zara o mamarrachadas varias. Los susodichos ujieres saltaban con una agilidad que ya le gustaría a la banda derecha defensiva del Madrid cuando la merodea Mendy, el apamplado. ¡Qué tíos los ujieres! En plancha se echan a la gente. Señor Pollán, usted que es elegante, a la par que cortés y educado, haga revisar los bajos. Cuando digo los bajos, dijo los tobillos. Lo que va entre el pantalón y la tobillera. Porque al hemiciclo se le coló personal escayolado. Escayolado de Nike, pero escayolado. Hay que advertir a sus señorías que acudir al parlamento gastando calcetines blancos, aunque sean Nike, irrumpe en el mínimo decoro exigible parlamentario. Que luego la gente se sobreexcita. Y sobreactúa. Y se sobrecalienta. Es el vigor parlamentario que brota de los pies. Calcetines, como el lobo amoroso de Bailando con lobos, la película de Costner, el ilustre actor, no la serie de Quiñones, el insigne consejero. No dejen entrar a nadie con calcetines blancos, por dios, Pollán, que la gente puede pensar que tiene una lesión de tobillo, como en la enfermería del Madrid. Sólo pedimos decoro, Pollán, decoro, por dios. Ni siquiera altura dialéctica y retórica. De donde no hay, no se saca. Y lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta. Pero los calcetines se pueden comprar en oferta en Valladolid, en el comercio de proximidad, ahora que hay bonos descuento de comercio.