Puente, el analogismo de Sánchez

CUANDO MUCHOS daban por finiquitado a Óscar Puente tras perder la Alcaldía de Valladolid a manos y urnas de Carnero, Jesús Julio, va Sánchez, Pedro, y se lo saca de la chistera en la investidura inexplicable de Núñez Feijóo, Alberto, para pasárselo por los morros al gallego. Golpe de efecto. Sanchismo. Puente, esplendor en el Congreso, con los leones despatarrados de risa y el líder del PP con cara de Buster Keaton extraviado en el Club de la Comedia. Puentismo. Esto quiere decir tres cosas. La primera que a Sánchez (Sanchismo) le venía que ni pintado el analogismo del consistorio vallisoletano para justificar su próxima investidura. La segunda, Puente sigue siendo su muy mejor amigo. Puente, pese a haber hecho el canelo con la candidatura de Javier Izquierdo, esa que ordenó Ferraz contra todo pronóstico de Puente. Y tercera, Sánchez ha indultado a Puente, sólo a Puente, de las fechorías contra las candidaturas que quería Ferraz y que impuso Ferraz por su cojones orgánicos. Así las cosas, es tan improbable que Puente sea ministro como tan posible que lo sea. O todo lo contrario. Ha adquirido protagonismo inesperado desde la quinta fila del hemiciclo, casi al límite del aforo. Así desprecia Sánchez, a la cara y desde el gallinero. Zapatero lo hacía con una sonrisa en el rostro y una daga en los riñones. Puente gozó y Sánchez más. El gozo de Sánchez espolea a Puente. Hagan sus apuestas. Sánchez apuesta por Puente a punto de empezar su nuevo periplo gubernativo. Los que van a ser ministros no están decididos. Sí los que dejarán de serlo. Estaría cachondo, pero cachondo de risas, no de las cuentas en las que metía el cuezo Igea cuando lo pillaron con el carrito del helado, que Sánchez le diera a Puente el Ministerio de Transportes, que es el encargado de lo del tren en Valladolid. Y Carnero, cual Bécquer,  venga a cartearse con él pal soterramiento. ¡Y queríais perderos esta legislatura, cachondos, que sois unos cachondos!