Diario de Castilla y León
Pleno de las Cortes.-E. M.

Pleno de las Cortes.-E. M.

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Las Cortes de De la Hoz y Pollán relucen en todo su esplendor. Un estercolero con hemiciclo nacarado a pelo de conejo. La sentina de la política. Progresan adecuadamente en su vicio por deteriorar cada día más el lugar donde debería residir la soberanía popular, ahora okupado por deslenguados y deslenguadas, que están poniendo a prueba la riqueza verbal del español para insultarse entre ellos y a sus ajenos. Es bueno que la gente, al menos sepa, que muchos de estos se embolsan 103.000 euros al año, y lo que reciben bajo cuerda del aparato, por dedicarse al noble ejercicio de la inmundicia. Billetes que salen de los contribuyentes. La Casa de los Billetes. Donde los únicos que trabajan, para servir a los servidores públicos inservibles, los abnegados operarios de la cafetería de las en otro tiempo conocidas como Cortes de Castilla y León, no llegan a final de mes, porque a final de mes no les llega la paga. Mientras los miembros de la Mesa, de PP, PSOE y VOX, el órgano rector de las cosas de La Casa de los Billetes, dicen que no va con ellos, que ellos sólo van a tomar café y pincho de tortilla a cuenta del grupo parlamentario, que recibe los billetes de los presupuestos generales de Castilla y León. Hartos estamos de retribuir sueldazos, BMWs oficiales y pinchos de tortilla a cambio de un espectáculo cada vez más macarra. Tiene razón, uno de ellos, Igea, que el otro día dijo que iba a hacer algo que no era habitual. No es nada habitual reírse, mofarse y ensañarse con el aspecto físico de un ahora rival, colega de profesión. Y justificarse diciendo que él tuvo que soltar diez kilos por prescripción médica. Un cosa es la obesidad y otra los triperos. Las Cortes, un lugar donde muchos y muchas acuden a soltar el veneno y la inquina que no les dejan en casa. Este es el escenario de la política de Castilla y León. Luego están los políticos de ayuntamientos y diputaciones que trabajan como mulas por los ciudadanos y sufren la contaminación. ¡Vaya calaña!

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