Diario de Castilla y León

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QUÉ QUIEREN que les diga, pues que me parece muy bien. Quizá un poco tarde, sí, pero más vale tarde que nunca. Hay que atacar, que además de ser el modo mejor de defenderse es, a su vez, el método de mayor eficacia para lograr la valoración legítima. Así que no cabe sino aplaudir a Luis Miguel González Gago, consejero de la Presidencia de Castilla y León, cuando indica que en la relación de nuestra Comunidad Autónoma con el Estado se va a pasar de pasar de un modo defensivo a uno reivindicativo. De la pasividad a la actividad, también cabría decir. Algo hay de superar complejos y también, es evidente, de lo que la coyuntura política y social exige.

Sin duda la lealtad institucional y el pleno sentido legal y emocional de pertenecer a la nación española, han supuesto hasta la fecha que se percibiera a Castilla y León como un territorio de bajo perfil, rayano en la sumisión, conformista. Herrera entonces y Fernández Mañueco ahora han preferido no aparecer en los créditos. Discreción y algo de timidez, digamos.

Pero ha llegado la hora de decir que Castilla y León no es menos que ningún otro territorio de España. Y que si se quiere hablar de comunidades históricas que pasen primero mi Aragón natal y mi Castilla y León adoptiva. Igual la única modificación que requiere la Constitución es el cambio de una o por una e. Histéricas. Comunidades, País Vasco y Cataluña, cuyo peso en escaños y en producción industrial les hacen sacar pecho, ahora que ya no sacan las pistolas.

Y, por supuesto, estar al tanto de la aprobación y publicación de normas, desde las de mayor rango legal hasta los reglamentos, en los que pueda existir algún tipo de conflicto, derivado, cómo no, de la ambición de los nacionalismos. Nada corroe más los sensibles mecanismos democráticos que las derivas sectarias y supremacistas. Nada impide y se opone más a la igualdad. Siempre, eso sí, desde la manipulación del lenguaje. Que desde su ultra defensa de los medievales Fueros Viejos atacan a la Constitución acusándola de artrítica y anacrónica. Qué modernos.

Los fascismos territoriales que propugnan sus ofertas en su nuevo catálogo se apoyan en la grave ignorancia y la corrupción cognitiva de tanto dirigente socialista dispuesto a cualquier cosa con tal de contentar a su señor. Sus comisarios políticos, como el caso del troyano Conde Pumpido en el Tribunal Constitucional, están ya listos para intervenir desde los diferentes órganos dispuestos a la interpretación chipiritifláutica de la Carta Magna, para que España sea nación de naciones, es decir, que deje de ser nación.

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