Diario de Castilla y León

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LOS POLÍTICOS ya están de vuelta de sus vacaciones; largas, más en unos casos que en otros; y merecidas, mucho más para unos que para otros que aún resulta difícil saber a qué se dedican. Y, con ellos, regresen los discursos vacíos, los anuncios que ya se verá cuando se cumplen y, sobre todo, los ataques entre unos y otros, que a eso es lo que dedican prácticamente todo su tiempo. Ese es el problema, que los políticos pierden casi todo su tiempo en ese lenguaje de los insultos, del y tú más y apenas dejan nada para hablar de los problemas de las personas, de lo que le preocupa a la sociedad.

Y si existe un problema que preocupa y que es una auténtica lacra social es el de la violencia de género, el de la violencia machista. Sí, de género y machista, porque es aquella que se ejerce contra las mujeres por el mero hecho de serlo. Y que la ejercen esos indeseables, como el del último crimen machista, sí machista y de género, de Salamanca, que de hombres sólo tienen el género. Indeseables que se han llevado por delante la vida de tres mujeres y una niña en Castilla y León en lo que va de año. Aquí no vale el doble lenguaje. Esta violencia es de género, es machista. No es ni intrafamiliar ni de cualquier otro tipo, como pretende imponer la extrema derecha con su doble lenguaje a la hora de condenar estos asesinatos.

Todo en la vida tiene su nombre y crímenes como el Béjar en Salamanca, en el que un asesino siega la vida de una mujer y deja huérfanos a cuatro niños, se llama violencia de género, violencia machista. Como la vicaria es aquella que esos mismos indeseables ejercen contra los hijos parar causar daño a las mujeres, a sus madres. Lo demás es el uso pernicioso y dañino de ese doble lenguaje que le sirve a la extrema derecha para negar la realidad de una lacra, la de la violencia de género, que por desgracia continúa sin erradicarse y que, año tras año, acaba con la vida de cientos de mujeres.

La política va de esto. De trabajar para articular medidas, leyes, y desarrollar las ya existentes, que vengan a proteger a las mujeres y a acabar con esta lacra social. Pero también va de poner pie en pared contra esa extrema derecha que niega la existencia de esa violencia machista y busca esconderla, camuflarla con ese doble lenguaje que, ahora que tienen poder y capacidad de gestión, pretenden trasladar a nuevas normas. Están en su derecho, es legítimo, porque son los votos quienes les dan esa legitimidad. El mismo derecho que se tiene para denunciar lo pernicioso de su doble lenguaje, con el que sólo buscan negar este tipo de violencia, que existe y que tiene un nombre: de género, machista.

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