Diario de Castilla y León

Creado:

Actualizado:

SANTO DIOS, esta brevería de quita y pon es como el color azul vaquero que entra y sale con un tinto de verano. Tengo la imaginación hecha un lío. El rollo de la dimisión de Rubiales que no llega –el Rubí de Piqué para una algazara de moros y cristianos– me ha pillado con la guardia baja. Si con el Whats de junio de 2022, tuve que acudir al Amaride para hacer frente a los goles de la tensión, ahora que quieren cortarle la cabeza como sea –por el beso más mediático del kamasutra español subido al podio del olimpismo mundial–, estoy catatónico.

En Castilla y León empezó el calentón el 13 de agosto con el Sonorama Ribera 2023 de Amaral en Burgos. Un portento de revolución en tetas que, según algunos exagerados, no veíamos en directo desde que Delacroix pintó el triunfo de la Revolución francesa de 1830 contra Carlos X. Fue la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, que estuvo en el concierto defendiendo con sus armas «la dignidad de todas las mujeres», quien en nombre de la ley –«orgullosa y emocionada»– nos dio la pauta incendiaria de un verano caliente: donde unos «cobran doce euros por botellines de agua», ella, a pecho descubierto, vendió «en lo territorial», «la igualdad, que necesita aliados». Barcones, poetaza, yo me apunto con entusiasmo a tus garrafones.

Con Rubiales, casi sin cabeza, sigo con la ingesta del Ameride. No me da para más. Este es un país de calentorros donde la juerga, el cachondeo, y los fuegos de artificio son la base de una igualdad al nivel de la bragueta que, para algunos, rima con tetas. Así me lo resumía ayer un amigo poeta: «Mientras ella se sonreía, / Rubiales la besaba, / y en la risa le crecía / el pelo de la dehesa / que de tonto le brillaba / ausente de la cabeza».

tracking