Erradicar de cuajo la ‘kale borroka’ ganadera que brota en Salamanca
SI A LOS GANADEROS salmantinos que protestan contra los controles para erradicar la tuberculosis bovina les asistía alguna razón o argumento, ayer los estamparon todos contra la sede de la Junta en la capital charra. Nada justifica la violencia. Nada justifica el intento de asalto a una administración que ha mostrado su predisposición a dialogar con ellos. Nada justifica sembrar el odio a través de una convocatoria de movilización señalando y marcando, con nombres y apellidos, a funcionarios que cumplen con su trabajo científico y se van por el camino que marca la Ley. Nada justifica el violento ataque contra los antidisturbios que evitaron seguramente una desgracia a la vista del nivel de crispación y odio que exhibieron ayer unos cuantos. Nada justifica la kale borroka de un grupo de exaltados, alimentados por algunas organizaciones agrarias, cuyo líder regional ayer cometió el error de acudir a lo que estaba más que previsto que pasara: un acto de violencia. La mejor prueba es que, además de los efectivos salmantinos, la Delegación del Gobierno desplegó otro medio centenar de antidisturbios. Antidisturbios que tuvieron que detener a los violentos en segunda línea para evitar el asalto a la Junta, donde trabajan los funcionarios señalados. Es la violencia que viene días siendo alimentada y jaleada. Hay unos cuantos que deberían avergonzarse y reflexionar sobre las alas que les han dado a estos salvajes. Con los violentos ni se negocia ni se dialoga. Y los violentos son los que se esconden tras el colectivo que se hace llamar Unión por la Ganadería. Ahora la policía también tiene el cometido de identificar a sus líderes e instigadores de lo de ayer. Y si es preciso detenerlos y ponerlos ante la Justicia. Para que sepan que el Estado de Derecho actúa con determinación y contundencia ante el salvajismo.
Kale borroka, pura y dura. Organizada, premeditada, armada con palos y vallas. Kale borroka que señala y marca a funcionarios honestos y leales. Kale borroka alentada políticamente. Ahora, esos funcionarios que ayer vivieron atemorizados en sus puestos de trabajo ya saben lo que sentía el hoy líder de VOX, Santiago Abascal, cuando los cachorros y los satélites de la extinta ETA asaltaban las sedes del PP vasco. Ahora ya saben lo que sentían Santiago Abascal y sus compañeros cuando Egin, o algún otro instrumento, les ponía una diana por escrito. Además de la tuberculosis bovina, las administraciones tienen el reto de erradicar de cuajo esta pequeña epidemia de intolerantes y sembradores de odio y violencia. Es de suponer que la Consejería de Agricultura de la Junta sigue reflexionando. Ahora con la congoja de lo ocurrido ayer.