Las víctimas de violencia de género merecen una oportunidad laboral
Un puesto de trabajo es la fórmula indispensable para conseguir la independencia económica para la gran mayoría de los ciudadanos, y el acceso al empleo es, por tanto, algo fundamental para cualquier persona, pero puede llegar a ser todavía más importante para quienes tienen la imperiosa necesidad de escapar de la violencia, del maltrato. Muchas mujeres víctimas de la violencia de género tienen en la falta de ingresos una rémora para reiniciar su vida, para dar el paso de alejarse de sus maltratadores. Por ello, las ayudas que ha puesto en marcha la Junta de Castilla y León, a través de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades que dirige Isabel Blanco, son del todo oportunas.
La Junta establece ayudas, que pueden llegar hasta los 10.000 euros, para las empresas que contraten a mujeres víctimas de violencia de género. El objetivo no es otro que apoyar la integración laboral de estas mujeres, a las que la sociedad debe dar una oportunidad de rehacer su vida después de haber sufrido situaciones por las que no debiera pasar nadie.
El apoyo de Familia e Igualdad de Oportunidades se produce después de que se eliminaran hace un año las ayudas que se ofrecían anteriormente desde la Consejería de Industria, Comercio y Empleo capitaneada por Mariano Veganzones. Ahora se cubre ese vacío, pero se incrementan sustancialmente las ayudas, que anteriormente eran de 500 euros. La Junta no ha manifestado en ningún momento que las nuevas ayudas suplan a las anteriores, pero es evidente que cubren el hueco dejado y que supone que el PP impone su criterio en un asunto en que la posición de su socio es discrepante.
Este incremento de las ayudas merece una valoración positiva, en cuanto que representa un mayor esfuerzo para cumplir con la obligación que tiene la sociedad de dar oportunidades a las mujeres que tienen que escapar de la lacra de la violencia machista. No basta con alejar a las mujeres de sus maltratadores, sino que es necesario darles el apoyo necesario para que puedan rehacer su vida y para ello es indispensable la independencia económica, cuya carencia, en muchos casos, impide a las víctimas salir antes de la lamentable violencia de las que han sido objeto.
Evidentemente, las ayudas están moduladas en función del tipo de contrato y de su duración y van desde los 2.000 a los 10.000 euros. Es un dinero que puede ser muy rentable socialmente porque sirve para rehacer vidas.