Diario de Castilla y León

Eduardo Rodríguez

‘Ignorantia Tenebrarum’

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Un suicidio es un acto de rendición, pero al mismo tiempo una denuncia de una realidad en la que la causa no solo tiene el nombre de crisis, sino también de esa red de obstáculos, omisiones, connivencias y negligencias que envuelven la columna vertebral de un país. Todo suicidio representa un drama en sí mismo, pero una cadena de ellos se convierte en un fenómeno ante el que no se puede mostrar reticencia. La noticia es una realidad de la que no se puede abdicar. Esto no quiere decir que todo suicidio deba formar parte del morboso espectáculo que hoy todo lo inunda –especialmente en Internet- o replanteado con los cánones de la mala información, donde una muerte no se vive con el respeto que exige sino con el cinismo de la distancia y la superficialidad del relato, con paternalismo y mesura. Sin embargo, en la repetición dramática del suicidio hay una verdad que no pertenece a nuestra elección, una verdad a la que debemos acercarnos de manera no ideológica.

Tal y como informaba este periódico, y según los últimos datos conocidos de 2020, el suicidio es la primera causa de muerte no natural en Castilla y León, por encima de los accidentes de tráfico. Representan el 0,8% de los fallecimientos, duplicando en número a las vidas que se cobra el asfalto y en cuyas campañas de prevención se utilizan ingentes recursos con una unánime aceptación social. Mientras tanto, perdura un velo silencioso en todo lo que rodea al hecho de quitarse la vida. Paternalismo y mesura.

Desesperanza, trastornos mentales, pérdida de alicientes, problemas económicos o la ausencia de apoyo social o familiar explican, según la Consejería de Sanidad, las causas de las apabullantes estadísticas. Que levanten la mano quienes no hayan formado parte alguna vez de tales motivaciones o convivan con personas del entorno que las padezcan. Mirar para otro lado es la peor de las opciones posibles, porque significa aceptar socialmente que no podemos hacer más. Y claro que podemos hacerlo. Por eso conviene resaltar iniciativas como la de Hugo López Cuetos, Guardia Civil en situación de retiro, que estos días recorría en su bicicleta municipios como Tudela de Duero o la capital abulense dentro del reto solidario a favor de Papageno y con el objetivo de dar visibilidad a las enfermedades mentales. Uno de los mensajes que porta en su indumentaria es el de ‘Ignorantia Tenebrarum’, que significa ignorancia a las tinieblas. Esas tinieblas que conforman los problemas que van surgiendo y que acaban convirtiéndose en trastornos que cambian el trayecto y propósito de una vida para siempre.

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