Elevada siniestralidad laboral que obliga a redoblar la prevención
NI SIQUIERA EL parón de la actividad prácticamente total provocado por la pandemia, salvo en lo que tenía que ver con las actividades esenciales, provocaba, como podía esperarse, un descenso en la siniestralidad laboral. Antes al contrario, las cifras demuestran que se producía un descenso en los accidentes leves pero, en cambio, aumentaban las muertes.
Una situación que, lejos de decrecer, se mantenía cuando no aumentaba en los años siguientes, hasta el punto que ahora ya se superan las cifras de siniestralidad laboral previas a la pandemia. Si todo en la sociedad tiene un antes y un después a al Covid, parece claro que no sucede así con los accidentes y, lo que es más dramático, las muertes que se producen en el desarrollo de la actividad laboral.
Los números son claros y vienen a demostrar que es mucho lo que aún resta por hacer en lo que a políticas de prevención de riesgos laborales se refiere. Lo primero de todo es analizar por qué se produce este repunte en los accidentes laborales, analizar las circunstancias, las situaciones y todos los hechos que los rodean. Evidentemente, depurando todas las responsabilidades que haya que depurar.
Esa labor inspectora tiene que ser el primer paso. Si no existe un análisis certero, que debe ser personalizado para cada sector de actividad, más allá de las consideraciones y normas generales que aglutinan a todos, resultará muy difícil, por no decir imposible, poner en marcha las políticas activas de prevención de riesgos laborales. Y ahí, en su desarrollo, tienen que trabajar activamente todas las partes: administración, sindicatos y patronal. Todos tienen que ir de la mano porque prevenir los siniestros en el trabajo es una tarea que compete a agentes sociales y políticos.
Un trabajo, el de impulsar aún más las políticas de prevención de riesgos laborales, para el que Castilla y León cuenta con la mejor herramienta posible: el Diálogo Social. Ese tiene que ser el brazo ejecutor desde el que se articulen esas políticas y palancas preventivas. Y lo es porque en él se encuentran representados todos los actores implicados en esta tarea. Pero deben hacerlo juntos, yendo de la mano. No habrá buena política de riesgos laborales si quien tiene que legislar y aquellos que deben cumplir esa legislación no unidos.
Pero es que para que lo que se legisla y lo que se plasma en la norma se ajuste a lo que se precisa es necesario, más bien obligado, que desde la administración se cuente con los agentes sociales, sindicatos y patronal, que son quienes mejor conocen todos y cada uno de los sectores y de cómo se desarrolla la actividad. La realidad es que, la elevada siniestralidad laboral obliga a redoblar la política de prevención.