Un terrible caso que debe observarse con prudencia
El terrible caso de Esther, la chica de Traspinedo (Valladolid) desaparecida hace dos semanas mantiene con el corazón en vilo a todo el país. Su extraña desaparición, sin dejar rastro, ha congregado a lo más granado de la élite policial para dar con su paradero. Con la escasa esperanza ya de encontrarla con vida. Los agentes buscan en el Duero, cerca de donde se la vio por última vez y cerca de la vivienda del único detenido al que implican en su desaparición, un conocido de la chica. Y bajo las aguas del Duero no se busca a una persona viva. Por dejar las cosas claras más allá de la esperanza sin necesidad de ahondar en una fingida ingenuidad.
La Unidad Central Operativa (UCO), la élite de la Guardia Civil ha desembarcado en Traspinedo con sus mejores hombres, sus mejores medios y sus mejores perros para buscar pistas con las que desentrañar la desaparición y encontrar a la joven. Tres días llevan en jornadas de doce horas inspeccionando la zona y la vivienda del detenido. Detenido que niega tener nada que ver con la desaparición de Esther. Las pistas o indicios de los que disponen los investigadores son una incógnita, mientras la causa esté bajo secreto del sumario.
Aunque lo más importante es evitar juicios públicos basados fundamentalmente en habladurías, conjeturas de taberna y dimes y diretes de mercadillo. Rige la presunción de inocencia. De inocencia, no de culpabilidad, como una de las garantías jurídicas más importantes de nuestro Estado de Derecho. El detenido no sólo no ha confesado tener nada que ver con la desaparición, sino que asegura, en sus declaraciones a los agentes, que no sabe nada del paradero de Esther. El asunto no parece de fácil solución después de tres días de detención, interrogatorios y el registro de la vivienda en busca de alguna prueba o algún resto de ADN que ayude a desentrañar el caso y que incrimine al detenido. En cualquier caso, es de suponer que los agentes disponen de pruebas, al menos indiciarias, suficientemente sólidas para detener al hombre presuntamente implicado. El propio juzgado ha prorrogado como medida extraordinaria su detención 72 horas, fundamentalmente para continuar el registro y obtener el resultado de los análisis hasta ahora practicados en el chalé.
Pero en cualquier caso nadie es culpable mientras no se demuestre su autoría con pruebas concluyentes. Hay que dejar trabajar a los investigadores y colaborar con ellos en todo lo que sea posible para desentrañar la desaparición, dar con Esther y acabar con el sufrimiento de una familia, que ya incluso confiesa haber perdido la esperanza. Y todo con el rigor y la prudencia necesaria de enseñanzas no tan lejanas sobre lo pernicioso de obrar juicios públicos o paralelos a través de prejuicios o habladurías. Sólo los investigadores y la justicia puede condenar a un ciudadano.