Los pájaros salen de Twitter sólo a recolectar
El que rumie que la vida de Castilla y León late en Twitter va arreglado, a efectos electorales. Una cosa es la ficción de la red del pajarito y otras cosas son las alondras. La política debe salir de Twitter para encontrarse con la gente. De cara. Y saber lo que piensa, lo que le inquieta, lo que le preocupa, lo que le emociona, lo que ansía. Es, a efectos de la política y la gente, una realidad irreal. Es el lugar en el que se acomodan los políticos distintos y distantes. Gente que no le gusta la gente. La política que le gusta a la gente es la que sale a las calles, a las plazas, a los pueblos, a las veredas, a los parques, a encontrarse con ellos. No gente que no le gusta la gente. Twitter es cada vez más un estercolero de infundios e infamias anónimas. Es el cobijo de los ególatras y la sentina de los cobardes. Es un lugar de paso en el que el ciudadano sólo se asoma a comprobar las miserias de sus políticos. La atalaya de los egos. ¿Qué hay más ególatra que retuitearse a sí mismo? No hay una parademocracia, a Dios gracias. La democracia anida en las urnas y no en las alas de un Hilo. Twitter es un lugar sin sentimientos. Y cuando afloran, lo más es la rabia de los rabiados y las arremetidas de los frustrados. Twitter se hizo para la vanidad y para dar cobertura a los complejos de inferioridad que tanto lustran la cosa pública. La gente está harta de que los mangoneen a golpe de tuit. Quiere dirigentes que se arrimen a la calle y a sus cuitas, que se interesen por sus desvelos. Castilla y León no es un tuiter ni un ciento. Castilla y León es un lugar tan enorme y variopinto que ni en Twitter cabe por muy infinito que se ponga. Algunos saldrán de Twitter quince días en la recolecta electoral. ¡Vaya pájaros! Acabarán en la cazuela, como ave que vuela.