El personal sanitario debe saber cómo se organizará el verano
Con el incremento de la presencialidad en los centros de salud de la Comunidad impulsada por la paulatina mejora de las condiciones de riesgo de contagio de la epidemia de coronavirus, el sistema sanitario afronta un nuevo punto de tensión con el inicio de las vacaciones del personal de la red de salud pública. La llegada del verano va a medir la flexibilidad y resistencia de una red de centros de salud que tiene que afrontar las merecidas y necesarias vacaciones del personal sanitario, a la vez que admite cada vez más pacientes en las salas de espera y las consultas. Es, por tanto, fundamental para garantizar la calidad de la asistencia, que la administración autonómica sea capaz de organizarse. Pero la problematica aparece porque aún no se ha puesto manos a la obra. La consejera prometió ayer una exhaustiva reorganización que aún no ha comenzado en fechas en las que tendría que estar operativa o, al menos, comunicada a los profesionales del sector, que son los que, sobre el terreno, detectarán las grietas y flaquezas del plan que finalmente ponga en marcha Sanidad. Es este personal el que se va a ver afectado por la reordenación de sus condiciones de trabajo y es justo que las conozcan cuanto antes. Es una labor compleja pero de gran importancia que debería haberse planificado con más tiempo. Una reorganización de ese calibre no debería empezar a abordarse en vísperas del verano si se pretende que entre en servicio precisamente en esas fechas. Verónica Casado prometió ayer que Sanidad va a intentar encajar las piezas de este mecano de la «mejor manera posible», como no puede ser de otra forma. Pero se trata, obviamente de un objetivo complicado, ya que Castilla y León al igual que otras comunidades, pasa por problemas a la hora de contratar personal sanitario que pueda cubrir las vacantes. Más aún si se tiene en cuenta que el plan para los médicos MIR tampoco ha dado resultados en Castilla y León. Quizá sea necesario replantearlo adaptándolo a las situaciones laborales que demandan los MIR, que parecen reclamar otro tipo de contratos. No son los MIR a quienes hay que culpar de que no les convenza el plan de Castilla y León y si no funciona lo que hay que hacer es cambiarlo. Lo que no puede ser es que la queja sea el argumento político con el que se pretende justificar esta demora en la reordenación del personal sanitario para el verano. Sí, es cierto que España tiene un problema de médicos, como argumentó ayer la consejera, pero no se resuelve con lamentos y menos trasladándoselo a los ciudanos en una resignada queja pública. La verdadera vocación pública no casa con el recurso a la queja. En política hay que dar pasos hacia adelante siempre, aunque sean cuesta arriba, anticiparse cuando sea posible y procurar acertar las más de las veces. Sin quejas.