Negociar el delito
ÚLTIMA NOTICIA. Me dicen que miles de presos comunes están enviando cartas al Gobierno para negociar sus delitos como los golpistas. Ningún arrepentimiento, y sí indultos o amnistías hasta «acabar con la persecución judicial», que escribe Junqueras. Prometen lo que el mafioso catalán: no delinquir unilateralmente, sino pactar con el Gobierno sus robos, atracos, extorsiones, asesinatos, violaciones, y un largo etcétera, mediante un referéndum vinculante.
O sea, que ya sobra todo: Justicia, leyes, jueces, constituciones, y la madre que lo parió. Ahora todo va al son de ‘La balada de Mackie el Navaja’, de Bertolt Brecht, que difundió en España Rubén Blades, bajo el título de ‘Pedro Navaja’ –¡qué metafórica casualidad!–, y también Miguel Ríos. Una delicia de canción que explica lo que ocurre cuando delincuentes, políticos, y policías, logran una mesa de negociación a calzón quitado para que el mundo, sin notarlo ni Cristo, vaya como la seda: «Si el diablo tiene cuernos / y la serpiente cascabel,/ Mackie tiene una navaja/ pero nadie la puede ver».
Maravillosa historia para ellos, claro. Es decir, para los delincuentes, y para el Gobierno del PSOE con Pedro Navaja a la cabeza como gran negociador. Lo proclama la balada: «El rey de los bandidos ha vuelto a la ciudad». Da igual que haya manifestaciones multitudinarias como la de ayer en Colón. Se lo pasan todo por el filo: son fascistas y reaccionarios. Ellos están con el progreso de Mackie el Navaja: que el delito negociado es mucho más educado y rentable. Razón: aquí no hay rencores, malas caras, rencillas, ni delitos unilaterales como había con el PP. Ahora todo estará pactado, indultado amable y amorosamente, «y la ley la dicta su puñal». Un chollo para el mundo y para lo que queda de España. Y para ellos, claro: «One, two, one two, three».
Así que a ver qué hacen ahora, digo yo, con esos miles de peticiones en camino por parte de los presos comunes. Qué sé yo. Harán una mesa de negociación por sectores para no herir las susceptibilidades dentro del hampa, que son muchas y de gran calado, dependiendo del niquelado made in Albacete. Pero todo, eso sí, con el estilo rumboso de Mackie que «jamás deja rastro en un crimen,/ y es astuto como el chacal./ Con sus guantes Mackie el Navaja/ borra huellas, sus huellas de rufián».
Se da por hecho que Mackie y los suyos, convenientemente indultados, serán los que negocien con nuestro «magnánimo» y cariñoso Presidente. Ningún problema al respecto, pues Pedro Navaja es un colega sin rencores y de «concordia». Sólo usa el látigo con los que no piensan como él, con los que creen que la justicia es necesaria y da sentido a una sociedad democrática, y con los que opinan que las negociaciones de una nación se rigen con gente honrada y no con los caprichos de un Presidente. A esto se le llamaba, antes del cambio de lenguaje y del estilo gansteril de Mackie, dictadura.
Por tanto, digan lo que digan, se manifiesten a porfía, o firmen la rendición del fin del mundo, le importan todos un comino. Somos ciudadanos sin derechos y de segunda que, como a la pobre puta Jenny Towler de la balada, «un domingo» 13 de junio, «descubrieron/ un cadáver tirado en un portal,/ nadie dijo que vio una sombra/ doblar la esquina sin mirar atrás». ¡Qué grande eres, Mackie el Navaja o Pedro Navaja, que tanto monta monta tanto!
Me dicen las fuentes bien informadas que las misivas de los presos comunes siguen fielmente el modelo de la carta escrita por ese delincuente que pasará a la historia de la infamia de nuestro país, y que se llama Mackie el Junqueras. Se trata de todo un prototipo de la perfecta retórica del mal. Durante muchos años el debate era referéndum sí o no. Ahora, tras un largo pugilato, los manipuladores del lenguaje en política han conseguido que el debate sea entre referéndum unilateral y referéndum pactado. Es decir, entre delito unilateral o delito pactado.
El delito pactado, que al parecer es el elegido entre Junqueras y nuestro destructivo Gobierno –de hecho ya van agarraditos de la manos por todas partes–, es aún mucho más delito que el unilateral o el individual. ¿Y saben por qué? Porque encima nos hacen a todos los ciudadanos responsables del mismo, y con nuestro dinero. Que el Presidente del Gobierno se siente en una mesa negociadora con un delincuente condenado, y al que indulta por el artículo 33, ya es angustioso por ilegal y absurdo. Hasta en la balada de Pedro Navaja causa asombro: «La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ¡ay, Dios!/ Una novela kafkiana, a nivel de callejón».
Se acabaron las contemplaciones. Vivimos en la España cuestionada por ladrones y mequetrefes. Se pacta con delincuentes la unidad del país, la Constitución, la democracia, y la convivencia. Si ya no se acepta que un delito es delito y todo lo demás es un cuento, quiere decir que ya estamos en la ley de la selva. Pero ojito, pues en la ley de la selva el poder es muy volátil. Tanto, que Pedro Navaja cayó en la balada de malas formas, y ante su cadáver canta el rapsoda: «tú estás peor: tú estás en na».