Diario de Castilla y León

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LA cosa va de leyes. Bueno, más bien de si les gustan más o menos a estos de la derecha y de la derecha extrema. Y es que según sea su grado de satisfacción con las nuevas normas las cumplirán o no. Léase la Ley Celaá de Educación y la de la Memoria Histórica.

De la primera llama y mucho la atención como la amplia mayoría de la comunidad educativa nada ha dicho contra ella, todo lo contrario que con la anterior, vamos la que está aún en vigor, la del PP, la Ley Wert, pero al Partido Popular del abulense-palentino Pablo Casado poco le importa. Él se ve ya como el más grande entre los grandes y, al más puro estilo Donald Trump, manda a los suyos que incumplan la norma. Vamos, que se pasen la ley por el arco del triunfo. ¿Cómo? Pues como sea, que aquí mandan ellos. Nada se le oyó decir al abulense-palentino con la Ley Wert, que votó y jaleó desde su escaño en el Congreso de los Diputados y que sí fue criticada desde Castilla y León por un gobierno de su partido, al que no le quedó otra que acatarla. ¿Puede tenerse mayor desfachatez?

Sí se puede. Y para muestra el botón de la Ley de Memoria Histórica. Es aberrante y deleznable que existan todavía hoy muertos tirados por las cunetas y que cuando sus familiares quieren sacarlos para darles un entierro digno, la derecha y la extrema derecha digan que no se puede remover el pasado. Pero mucho peor son aún aquellos que se atreven a decir que hubo dos bandos y, poco menos, que hay que resarcirlos y recordarlos a los dos. Es verdad que hubo dos bandos, el criminal del dictador Franco y los que sufrieron su represión.

Y ahora se quiere desvirtuar la Ley de la Memoria Histórica haciendo casi un ‘totum revolutum’, queriendo que se incluya a todas las víctimas. Ya puestos, que propongan que también estén en esa Memoria Histórica las víctimas de accidentes de tráfico. Proponer eso suena a lo mismo que hace la extrema derecha con la Ley contra la violencia de género.

Y bien haría el presidente del Consejo Asesor de la Memoria Histórica, Ángel Hernández, en denunciar esta situación y en exigir a la administración que le propuso y le nombró que rectifique esas alegaciones presentadas a Ley.

De no hacerlo y seguir aceptando el ninguneo lo mejor que podría hacer es irse. Y esto sí va de bandos, aunque algunos más parecen una banda, de saber cuál es el bando correcto. Y en eso no valen medias tintas.

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