Diario de Castilla y León

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Quién nos iba a decir que iban a ser las tan denostadas instituciones europeas las que nos salvarían la cara frente a las tropelías políticas, económicas y democráticas de nuestro Gobierno. 

Hace pocos días coincidía en la misma jornada un triple varapalo económico por parte del Banco de España, la Autoridad Independiente Airef y la Comisión Europea en relación a las ensoñaciones presupuestarias de un Gobierno que empieza a creerse sus propias mentiras y construye sus políticas económicas sobre los cimientos de una realidad macroeconómica que, a juicio de todos los analistas especializados nacionales e internacionales, no se corresponde con la realidad.

Tampoco vamos mal en lo que se refiere al capítulo de «capones» europeos en materia de salvaguarda de la independencia judicial como pilar fundamental de cualquier Estado de derecho. El Gobierno de Sánchez se ha visto obligado a congelar y «replantear» su vertiginosa reforma del Consejo General del Poder Judicial gracias a la actitud firme de Bruselas frente a reformas que puedan menoscabar la independencia judicial. Menos mal que, en este caso, las instituciones europeas se han plantado haciendo frente a una reforma express que, en algún momento, llegó a poner en peligro la llegada a España de fondos europeos para la reactivación económica.

Y para rematar este otoño fantástico de iniciativas gubernamentales, nuestra tantas veces criticada Unión Europea ha tenido que parar de nuevo los pies al Gobierno de España en su creativa idea de constituir un órgano que interprete el contenido de las noticias e informaciones públicas determinando, de forma absolutamente independiente, cuáles de ellas se corresponden o no con la verdad. Y además lo hace a través una orden ministerial, lo cual, no sólo es una aberración jurídica, sino que atenta contra los principios de nuestro sistema democrático y los derechos fundamentales recogidos en el artículo 20 de nuestra Constitución. Una vez más, ha tenido que ser la Comisión Europea la que advierta a nuestro Gobierno sobre las dudas legales que genera esta iniciativa teniendo en cuenta, además, que ha sido aprobada aprovechando el margen de actuación derivado del Estado de alarma en el que nos encontramos.

Es cierto que la imagen de una gran parte de ciudadanos españoles sobre la utilidad y eficacia de la Unión Europea es muy negativa. El rigor presupuestario de la Unión, sus limitaciones al déficit, el control del gasto público, el entramado burocrático comunitario o la enorme lejanía con los ciudadanos no han ayudado en nada a la idea de una Europa que favorezca nuestros intereses. Pero más allá de esos estereotipos tan marcados socialmente es justo reconocer que, hoy por hoy, nuestra recuperación económica depende de la colaboración europea que, además, sirve de dique de contención a través del marco de libertades que establece, frente a tentaciones totalitarias de cualquier Estado miembro sea del color político que sea. Es verdad que es triste que tengan que venir de fuera a decirnos lo que hay que hacer pero, visto lo visto y viendo lo que tenemos, no hay más remedio que decirlo: Bendita Europa.

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