Diario de Castilla y León

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Cada vez están más cerca las navidades de la pandemia y hay cierto desasosiego entre los ciudadanos porque saben que no van a poder disfrutar de las fiestas como les gustaría, sobre todo cuando después de tantos meses de restricciones hay mucha más necesidad de encontrarse con los seres queridos, que es una de las grandes virtudes de las fiestas que se avecinan. Por eso, no saber si se van a poder producir las reuniones familiares anheladas es muy perturbador.

Se habla de la limitación a seis personas y de restricciones horarias, de toque de queda. Ya han empezado las discrepancias en el reino de taifas en que a veces se convierte el estado autonómico casi sin necesidad de que lo tensionen los independentistas. Los políticos parece que ni siquiera para hablar de navidades están dispuestos a estar a la altura. Ya deberían haberse fijado los criterios, que tendrían que ser homogéneos en toda España.

Quizá la semana que viene, dicen, veremos si con espectáculo añadido y habitual de la bronca política. Hasta en las guerras más cruentas suele haber al menos una pequeña pausa navideña, pero no está claro que nuestros políticos estén dispuestos a la tregua. Es cierto que las decisiones no son fáciles, porque frente a los sentimientos que generan las fiestas está el peligro de la tercera ola, que puede tener un caldo de cultivo perfecto en un tiempo en que todos buscamos una mayor cercanía física.

La población, en general y pese a las llamativas excepciones que se conocen a través de las actuaciones policiales, está siendo responsable y acata las normas que marcan las autoridades, pese a la confusión que se produce en ocasiones. También aceptará las decisiones que se tomen y se razonen para intentar evitar que las navidades se conviertan en el inicio de la tercera ola del coronavirus, pero lo que se necesita es saber cuáles van a ser cuanto antes, para poder hacer mínimos planes e incluso para tomar conciencia de cómo van a ser de diferentes estas fiestas.

Estamos inmersos en una nueva normalidad que alguna cosa buena ha traído, como la esperanza de contar con presupuestos en España y en Castilla y León, que los últimos eran muy anteriores a la pandemia. Eso sí, serán sin acuerdos unánimes, que algunas tradiciones se mantienen aunque haya una gran crisis sanitaria con su traslado a la economía. Pero eso es ya mucho pedir y ni se cuenta con ello. Con que haya una tregua política respecto a las navidades sería suficiente.

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