Responsables hasta el final
LA GENTE responsable también tiene que bajar la persiana metálica de su negocio y despedir a sus empleados. Se les estropea el coche, se les pierde el teléfono móvil y se les pegan las lentejas. Las personas responsables también se infectan con el coronavirus. A las personas responsables también les suceden cosas malas. Esta epidemia nos contagia uno por uno, pero nos afecta a todos. Por eso no cabe menospreciar los cribados masivos que se están desarrollando en Burgos capital, o los que se realizaron ya en Aranda y en San Andrés del Rabanedo, argumentando, como se ha hecho, que son una maniobra propagandística de la Junta para meter miedo que supone una pérdida de tiempo y recursos porque sólo acuden las personas cabales, mientras que los irresponsables siguen campando a sus anchas esparciendo el virus. Sostener esa peregrina afirmación es tanto como ensuciar la memoria de los miles de fallecidos culpándolos de haberse contagiado por inconscientes.
No cabe sino rechazar ese planteamiento y comportarse de forma aún más ejemplar si cabe acudiendo al cribado para contribuir a frenar una segunda ola desconcertante de esta epidemia. Evidentemente las apelaciones al miedo de la población han funcionado, como también la simple llamada a la prevención, a mantener la distancia social y a extremar las precauciones ya conocidas.
Por eso ya está bajando significativamente la tasa de incidencia del coronavirus en Burgos y parece que lo peor de esta oleada ya ha quedado atrás. Pero entresacar del la población de la capital el mayor número posible de casos positivos, sean o no asintomáticos, equivale a impedir que cada uno de ellos inicie un vector exponencial de contagio en su entorno social, laboral o familiar. Más aún, este cribado que ayude a localizar los focos de contagio para cortarlos estará ayudando a que la tercera oleada del coronavirus tarde lo más posible en producirse. De no habernos citado a todos los burgaleses a pasar por estos test, quizá nos hubiéramos metido de cabeza en esa tercera ola sin haber salido de la segunda. Por eso, no tengamos prisa en dejar atrás las medidas restrictivas del contacto social. No estamos en situación de poder reunirnos de nuevo sin correr un riesgo importante de contagio. Pero tampoco es posible alargar el impacto económico de estas restricciones. Así que si uno quiere que funcionen de nuevo la hostelería, los gimnasios, el teatro y se reabran los parques infantiles y no tengan que cerrar a las pocas semanas debe ser responsable y someterse al test. A mi me toca mañana.