Diario de Castilla y León

Ricardo Gª Ureta

Encuestas a la carta

AL SERENO

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Hace la  friolera de 25 años, en mi último curso universitario, nos vimos en la necesidad de ser creativos en la realización de la encuesta de un estudio de mercado para el lanzamiento de un producto financiero para la asignatura de Marketing . Digámoslo claramente: tuvimos que saltarnos el paso de la confección de la encuesta para focalizarnos en las conclusiones. En nuestro descargo diré que la parte de la recopilación de los datos de campo no era el objeto principal del trabajo, pero como carecíamos del tiempo y el dinero necesario para obtener los datos por nuestra cuenta nos saltamos el paso de confeccionar la encuesta porque ya teníamos unos estudios previos recientes con resultados que coincidían entre sí y el objetivo del trabajo era otro. «El máximo de rendimiento con el mínimo de esfuerzo» , decía siempre uno de mis profesores más carismáticos.

Aquella encuesta que apañamos nos dio mucho trabajo porque manipular los datos no es sencillo. Teníamos las preguntas sobre el producto a testar y sabíamos, por lo que nos facilitaron empresas competidoras, cuáles eran las tendencias del mercado. Faltaba rellenar las casillas, corregir que en los datos no aparecieran incongruencias de sexo, edad, nivel de renta y demás posibilidades de arruinar el resto de nuestro trabajo. Y salió bien. La nota fue muy buena y las conclusiones del trabajo fueron más que correctas. Pero nos quedó la espina clavada de no haber gastado tiempo y dinero en imprimir cien encuestas para realizarlas con público real , aunque no hiciera falta, para redondear el trabajo y hacer las cosas ‘by the book’.

Pero hoy, 25 años después, me doy cuenta que por ese mismo remordimiento no valdría para meterme en la cocina del CIS . Me faltaría la tranquilidad de conciencia que se precisa para realizar la avanzada ingeniería de datos que estamos viendo oleada tras oleada y además poner cara de póker cuestionando a quien ve la trampa y se atreve a señalarla. Ocurre, como pude comprobar, que con las encuestas que uno se saca de la manga hay que ser muy cuidadoso porque no siempre encajan todos los datos adecuadamente los unos con los otros. Lo estamos viendo hoy, cuando se ha preguntado cómo marcha la economía con miles de personas en ERTE o sin empleo y la respuesta ha sido positiva.

Esas incongruencias son tan evidentes que hay que ser muy crédulo para sorber el jarabe demagógico-demoscópico sin paladearlo y detectar que amarga mucho. Y ese es el problema real que se consolida: un sectarismo acrítico que acepta la doctrina sin cuestionarla y, en demasiadas ocasiones, dispuesto a confrontar con el contrario. No sólo es pérfido que se manipulen encuestas sino que es mucho más grave que se usen para alimentar una división que nos va a costar cara.

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