Diario de Castilla y León

EDITORIAL

Las administraciones tienen que adaptarse a la nueva vida

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De poco sirven los grandes planes de contingencia contra los efectos económicos de la pandemia si llegan tarde. Urgen los sindicatos, pero sobre todo los urgen los afectados. Ya sabemos que el papel, y especialmente el de los boletines oficiales, lo aguanta todo. Pero los poderes públicos tienen que pasar lo antes posible de las musas al teatro. Las decisiones y acciones que se están adoptado ahora no pueden enredarse en el entramado burocrático habitual. Especialmente en el ámbito de los más vulnerables. Y la ejecución de los planes no está siendo rápida, ni mucho menos. Empezando por el gobierno central, pero siguiendo por la Junta. Yla agilidad es fundamental porque hay gente que vive al día y no puede estar esperando mes y pico para cobrar los ertes. Al retraso de los ertes llegará el de los complementos acordados en Diálogo Social por la Junta, que siguen sin habilitarse. Si las administraciones no demuestras capacidad de reacción y agilidad en estos momentos, ¿cuándo lo van a demostrar? Porque el ciudadano está más que habituado a las demoras, las colas y los retrasos en una situación normal. A ese paquidermo burocrático y desesperanzador que es la administración en nuestro país. Pero ahora no es aceptable la lentitud. Posiblemente de esos polvos, estos lodos. La administración española no está preparada ni mucho menos para dar respuestas inmediatas a situaciones excepcionales. Esa es otra de las enseñanzas que también debemos sacar de esta pandemia. Es otra de las cosas que deben cambiar. No podemos admitir que tengamos que cambiar nuestra forma de vida de una manera brusca y sin adaptación y el estamento de la administración siga operando como fórmulas del siglo pasado. De poco sirve que se presuma de haber habilitado el teletrabajo en cuestión de días para miles de funcionarios, si no ha habido una adaptación a la situación excepcional. Y esa adaptación pasa por la eficacia y la rapidez en las respuestas y acciones, de la que están careciendo las administraciones. Pero la adaptación también pasa por la flexibilidad. Y si hay un departamento que está sobresaturado como es el sanitario o el económico, lo normal es que se refuerce con funcionarios de otros departamentos cuya actividad por el estado de alarma es prácticamente nula. Pero claro, el modelo laboral de las administraciones no está preparado para eso. Ni mucho menos. Y eso también tiene que cambiar a todos los efectos. Es uno de los cambios esenciales que tiene producirse en el nuevo panorama que se abra tras el virus. Ya sabemos que la vida no volverá a ser como antes del 14-M, cuando se nos abrió un mundo que ni imaginábamos por entonces. Pero no volverá a ser para nadie. Ysi las administraciones no hacen ese cambio, el riesgo en las respuestas a estas situaciones excepcionales, que pueden ser más habituales de lo que creemos, no será eficaz.

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