La Junta debe aplicarse la audacia y el rigor que exige en las medidas de Sánchez
SI POR ALGO SE ha significado la Junta desde los primeros momentos de la crisis del coronavirus es por su audacia y atrevimiento a la hora de exigir al gobierno centrar la intensificación del rigor en las medidas que se adoptan contra el coronavirus: desde el cierre de residencias, el confinamiento y la prohibición de movilidad. Pero esa misma determinación que tiene para pedir medidas que a cada día se van evidenciando fundamentales debe aplicársela a sí mismo el gobierno que lidiar Alfonso Fernández Mañueco para tomar decisiones domésticas. Que la indecisión de hoy no se convierta en el lamento de mañana. Es el momento de la audacia política y de la determinación. Nadie va a criticar a un gobierno por haberse excedido en las acciones una vez que ya hemos constado que nos encontramos ante la mayor crisis que ha atravesado este país desde la guerra civil y la más importante de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Y es que estamos en guerra contra un enemigo invisible, impredecible e inimaginable. Al menos Churchill sabía que se enfrentaba a la mayor maldad que jamás pensó el ser humano cuando alentó el bloque aliado para frenar la locura de Hitler.
No es hora de pusilánimes ni de timoratos. Por eso si hay que montar hospitales de campaña en el Feria de Valladolid, no se entiende a qué han estado esperando, dudando y hasta negándolo las autoridades sanitarias de Castilla yLeón. Porque eso sólo evidencia indecisión o desconocimiento, y ahora mismo esa es la peor virtud política. Si hay que habilitar la cárcel de Soria como hospital improvisado no sigan mareando la perdiz, háganlo. Si luego no se usa, nadie, a no ser que sea un miserable, se atreverá a recriminar la capacidad de acción para afrontar esta guerra. Hay que estar preparados para cuando llegue lo peor, el famoso pico de la curva, que las previsiones de la propia titular de Sanidad anuncian para dentro de una semana. De la determinación política que tengan ahora nuestros gobernantes dependerá nuestra capacidad para afrontar la cresta de la ola del coronavirus con fortaleza y contundencia para proteger y salvar vidas. Que no vuelva a ocurrir el lamentable espectáculo de una administración desesperada recolectado material un domingo por la tarde de buenas a primeras, llamando al auxilio de la gente porque se había ocultado lo que todo el ámbito sanitario gritaba, que no había mascarillas ni materiales de protección. El elevado número de sanitarios contagiados es en gran medida la consecuencia de esa falta de materiales de protección que se negó, como confirman organizaciones y sindicatos.
Por eso, no dejen para mañana lo que deban hacer hoy. No duden. No titubeen. Sus zozobras serán nuestro quebranto. Gasten lo que sea necesario. Destinen los recursos que consideren. Empleen lo que requiera la dramática coyuntura. Estamos en guerra y hay que ganar lo antes posible para rehacernos con la mayor rapidez posible. Pero, sobre todo, con el menor número de bajas. Ahora lo que hay que salvar son vidas. Del resto ya nos ocuparemos. Y cuantos más seamos para esa ocupación, mejor.
La mayor debilidad puede ser los recursos humanos sanitarios, menguados por la propia pandemia a la que combaten, y también desgastados por el paso de los días y las horas dándolo todo para salvar vidas. Lo que no perderán nunca será la moral alta y la vocación de servicio público por mucha mella que haga en ellos el cansancio. Destinen también todos los recursos a su alcance, señores gobernantes de la Junta, para proteger a estos sanitarios, que son nuestra primera línea de batalla. Sin ellos sí estaríamos perdidos. Pero adopten medidas. Y no sigan en la indecisión de si la cárcel sí o la cárcel no. Ya no estamos en ese tiempo ni hay tiempo para eso.
Y cuando pase esto ajustaremos cuentas con responsabilidades, dimisiones y ceses. Pero nadie estará legitimado para recriminar por haber adoptado medidas en exceso, porque estamos comprobando que, de momento, cualquier exceso se queda corto para batir al virus. Lo vemos en Castilla y León y vemos la experiencia de Italia, de la que no supimos aprender.
Es el tiempo de las decisiones y de la acción. Sin duda, en eso el gobierno de la Junta va a encontrar a su lado a todos los ciudadanos, como ya está encontrando el silencio, la prudencia y la discreción leal de la oposición que abandera Luis Tudanca.
Esa misma contundencia es de esperar, como hizo la consejera de familia para plantar cara a quien, desde el gobierno central, levanta insidias a cuenta de la falsa aparición de cadáveres en residencias de Castilla yLeón. Los bulos son dañinos. Cuando los cometen los gobiernos se convierten en el maligno arma de la desinformación. Decisión, contundencia y determinación propia, como se exige, con acierto, la ajena. Esa es la fórmula de la que no puede sustraerse en estos días cruciales el gobierno de Castilla y León.