Resistiré
COLUMNA DE OPINIÓN
ME pregunto si vivimos ya esa tercera guerra mundial que pronosticó Bill Gates en 2015 cuando advirtió al mundo de que no estábamos preparados para una pandemia. Ha pasado una semana del estado de alerta y sabemos que nada será como antes. La incertidumbre sobre el virus tapa inquietudes, proyectos y sueños.
El encierro genera ansiedad. Esta guerra ya se salda con cientos de víctimas mortales en España y miles en el mundo; y no hemos llegado al pico. El Estado no estaba preparado para este coronavirus; en nuestros hospitales faltan medios humanos y materiales; los ancianos se nos mueren en algunas residencias.
Tiempo habrá para que esos que santificaron la austeridad en sanidad, dependencia, investigación, protección laboral y social asuman su fracaso y su responsabilidad. Ahora toca evitar más desgracias, resistir contra el virus, sumar alianzas y mimar a todos los que contribuyen con su labor diaria a ganar esta guerra que se libra en hospitales y en hogares. Estamos pasando una prueba individual y colectiva sin precedentes en el primer mundo. Una guerra en la que no tienen cabida los oportunistas que tratan de sacar rentabilidad de la pandemia.
Me preguntan varios amigos por las medidas del Gobierno. No soy capaz de valorarlas en su justa dimensión –aunque me suenan bien– hasta ver sus efectos. Seguramente faltan medios para los autónomos más desprotegidos, para las micropymes más débiles, para los que se queden sin ingresos y no tengan para pagar el alquiler. No hay que escatimar nada y proteger a los que carezcan de recursos para sobrevivir. ¡A la mierda el déficit si eso sirve para salvar vidas y evitar sufrimientos! Espero que la banca, ganadora de la crisis de 2008, esté a la altura de las circunstancias.
Me cuentan que hay empresas medianas que aprovechan esta economía de guerra contra el coronavirus para ahorrar costes salariales y salvar su cuenta de resultados. Unas ordenan despidos y mandan al trabajador a casa, otras le imponen anticipar las vacaciones en un momento de imposible movilidad, otras les reducen el salario. La Inspección debe estar alerta. Esta crisis está siendo lo suficientemente dura como para impedir que intereses bastardos (minoritarios) se instalen en medio de esa gran oleada de solidaridad social y de unidad política que nos hace fuertes. «Resistiré, para seguir viviendo / Soportaré los golpes y jamás me rendiré / Y aunque los sueños se me rompan en pedazos / Resistiré, resistiré». Es lo que toca.