Adriana y todas vosotras
TRIBUNA
Adriana es una mujer. En unos días va a cumplir 41 años y nació en Ribadesella , una preciosa villa costera de Asturias, la tierra en la que también nací yo. Si se la busca en Wikipedia, se la define como «política española», y de ella se puede leer que milita en mi partido, el PSOE, y estudió Antropología Social , aunque no acabó la carrera.
Conocí a Adriana hace quince años, cuando la vida volvió a llevarme a Asturias. Ella empezaba a hacer política en Ribadesella pero, sobre todo, ya era la mujer fuerte y con convicciones que es hoy. Con los años y en la distancia, la vi crecer políticamente, en lo local primero y después en lo autonómico, como otros muchos políticos y políticas españolas.
En las elecciones generales de 2015 y 2016 encabezó la lista al Congreso por el Partido Socialista en el Principado y fue elegida y reelegida diputada . Lo mismo ocurrió en 2019 en dos ocasiones.
Hoy, me considero afortunado por formar parte junto a ella de la Ejecutiva federal de nuestro partido, la que dirige Pedro Sánchez ; me siento muy orgulloso de que sea la portavoz del Grupo parlamentario socialista en el Congreso y de haber compartido con ella escaño unos meses; pero sobre todo, la admiro enormemente por el papel que ha jugado para que este país tenga un gobierno progresista: sí, un gobierno feminista.
Como ven, su trayectoria es brillante, porque en mi partido se apuesta por eso, por la gente inteligente, valiente y trabajadora que lucha por una sociedad más justa. Personas capaces de ponerse ante una cámara, los micrófonos o la ciudadanía, –incluso la que le aborda cada día en las redes sociales y le falta al respeto–, y responder a las preguntas con brillantez, transmitiendo lo que piensa y lo que defiende, sea hombre o mujer.
Cito a Adriana porque recientemente ha sido objeto de un ataque en Twitter que me ha producido verdadero asco, aunque podría citaros a todas vosotras, millones de mujeres en todo el mundo, en política o en el trabajo, en casa o en la calle, tras la barra de un bar, de la caja de un supermercado o en puestos de responsabilidad, que, por el hecho de serlo, os veis sometidas a la degradación a la que sometía hace unos días a Adriana el comentario indecente de un individuo. «Adriana, Adriana, lo más que has hecho es estar de rodillas para conseguir un carguito, no metas en tus logros a las mujeres de verdad».
Yo no soy mujer. Soy hombre, pero también político, y también del PSOE. Habré aguantado en la contienda institucional y en las redes sociales críticas más o menos ofensivas, pero jamás he sido acusado de «estar de rodillas para conseguir un carguito», porque es mucho más fácil ser miserable cuando uno se considera superior por razón de su sexo ; supongo que como cuando se considera superior por su raza, su dinero, su estatus social...
Este 8 de marzo me rebelo, como político y como hombre, en nombre de esa mitad de la sociedad de mi país, de mi planeta, que sufre vejaciones verbales o físicas , incluso la muerte, por haber nacido mujer, sea cual sea su valía, que cobra menos a fin de mes o que tiene que soportar gracietas sobre su aspecto o su forma de vestir, supuestos piropos que no necesita cuando camina por la calle, o comentarios impresentables sobre cómo ha llegado a donde está, en la política o en la empresa.
Este 8 de marzo me rebelo por Adriana y por todas vosotras. Y que todos los días del año sean 8 de marzo.