Diario de Castilla y León

Redacción

Más implicación en el reto del retorno del talento joven

EDITORIAL

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La fuga de jóvenes talentos es una constante en Castilla y León, una comunidad autónoma que invierte en la formación de jóvenes en universidades con prestigio internacional y luego los pierde con la emigración a otros países donde encuentran mejores oportunidades laborales.

Las administraciones han ido implantando medidas para recuperar ese talento «exportado», pero todavía son muchos los que permanecen fuera en puestos de trabajo de mayor calidad que los que, en el mejor de los casos, podrían encontrar en la Comunidad autónoma.

La mejor política sería aquella que creará oportunidades laborales a los mejor formados y esa inversión en formación revertiera en Castilla y León, con independencia de que no debe verse como negativo que los jóvenes salgan al exterior. Sin embargo, cuando no es posible frenar el éxodo forzado es necesario que las administraciones públicas pongan las medidas necesarias para recuperar el talento perdido en la medida de sus posibilidades presupuestarias. Es una anomalía difícil de justificar que un ayuntamiento de una ciudad, en este caso el de Valladolid, triplique los recursos que utiliza la Junta en este programa con un planteamiento teóricamente más integral que persigue no solo la vuelta del emigrante sino su estabilidad laboral. En ese sentido, convendría que los programas que ponen en marcha las diferentes administraciones resulten adecuados a su peso presupuestario y eficaces para el fin que se persigue.

La crisis económica ha reforzado aún más la formación de muchos jóvenes y ha aumentado la brecha de licenciados con alto nivel que se veían abocados al desempleo. Además, los recortes presupuestarios en investigación han generado grietas en este ámbito de un nivel desconocido, provocando uno de los mayores volúmenes de fuga de talentos que ha conocido esta Comunidad.

Se trata ahora no sólo de recuperar el talento que ha tenido que salir fuera, sino también de sentar las bases para evitar esta emigración de alto nivel formativo que descapitaliza a la Comunidad.

Para ello, las universidades no deben ser fábricas de parados y la conexión con el mundo empresarial debe apuntalarse con más éxito que el conseguido hasta ahora. La apuesta por la investigación y la formación especializada es necesaria pero no suficiente. Si este reto imprescindible no va acompañado por una política económica e industrial que refuerce la investigación y la innovación, esta Comunidad seguirá exportando talento.

Por eso, es difícilmente comprensible que haya tanta diferencia entre la inversión de una administración local y una autonómica a la hora de apostar por el retorno del talento. Corregir y ajustar estas anomalías permitirá contribuir en su justa medida a la recuperación de nuestros jóvenes mejor formados.

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