Diario de Castilla y León

CASTILLA Y LEÓN

El paladín de la abeja negra ibérica

Apicultores de Castilla y León se alían en una federación nacional para que la Administración reconozca la subespecie ‘Apis mellifera iberiensis’ como raza autóctona, para protegerla de la hibridación y crear una marca de calidad que identifique su miel

Un panal de abejas de la subespecie negra ibérica.

Un panal de abejas de la subespecie negra ibérica.MIGUEL GONZÁLEZ-VÉLEZ

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Valladolid

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Ahora que está de moda lo de las 20.000 especies de abejas, la laureada película de Estibaliz Urresola, un grupo de apicultores de Castilla y León se alía para crear, junto a los de otras comunidades autónomas del país, una federación que defienda a la abeja negra ibérica. No se trata exactamente de una de esas 20.000 del film, pues todas las especies de abejas son silvestres salvo una sola de ellas, la Apis mellifera, la abeja doméstica. Es la única que construye colmenas y fabrica miel. Aun así no todas son iguales, pues hay más de una veintena de subespecies.

Eso es la Apis mellifera iberiensis, más conocida como abeja negra ibérica: una subespecie que se caracteriza por ser negra casi en su totalidad, salvo las estrechas líneas de pelo que se dibujan entre los segmentos del abdomen, de color amarillento. Ahora, el reto es que sea incluida en el Catálogo Oficial de Razas Ganaderas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa).

«Las subespecies de abeja melífera las ha descrito la ciencia, a nivel taxonómico, científico, son reales, pero a nivel de ganadería, en el ámbito zootécnico, o del Mapa, no existen, porque no están en el catálogo de especies autóctonas de la península ibérica. Y es el primer paso que queremos hacer en la asociación que hemos creado en Castilla y León en defensa de la abeja negra ibérica» explica, en respuesta a este periódico, el presidente de la nueva Asociación de Criadores de Abeja Negra Ibérica de Castilla yLeón (Acrianicyl), Miguel González-Vélez. «Y, en la federación de toda España, que se llama ‘Federación Iberiensis’, lo que queremos es que esta subespecie local, autóctona de la península, sea considerada una raza más, como por ejemplo la raza bovina avileña-negra ibérica, o las ovejas churras y las merinas, o tantas otras».

El presidente de Acrianicyl es optimista, cree que el reconocimiento de la raza autóctona se conseguirla «pronto», porque «solo quedan pasos burocráticos», señala. Y es que, aunque esta apuesta de los apicultores se ha conocido ahora, «empezó con una iniciativa en algunas comunidades autónomas, sin vertebración, para tomar iniciativas de campo. Pronto se vio la necesidad, en un animal que vuela, conviene actuar en todo el territorio como mínimo español, aunque lo ideal sería que fuera peninsular, añadir a Portugal». Así, «el primer paso es este, la constitución de la federación, aunque los primeros pasos se dieron hace un año, y en algunas autonomías lleva varios años ya, trabajando muy en serio».

En este momento, en algunas comunidades autónomas como Cataluña, Asturias, País Vasco, el apicultor recibe un número de puntos para estar en la lista de perceptores de la PAC. «En esa lista te da puntos trabajar con la abeja local, eso ya es un hecho», explica González-Vélez. «Lo que queremos, una vez que se reconozca la raza, es que se excluya de las ayudas medioambientales a los que no manejen la abeja negra».

Esa exclusión tiene una explicación sencilla: «El que tiene una abeja foránea, y esto es un problema que ha ocurrido con otras subespecies en Alemania, en Francia, en Inglaterra, los zánganos (los machos) para fecundar vuelan kilómetros, y las reinas vuelan kilómetros, y se fecundan todos en el aire. Una reina se fecunda con veinte machos, o más, y así, con que alguien tenga una colmena de abejas foráneas, está hibridando un entorno de muchos kilómetros. No es como el que tiene un toro en un corral. Aquí, el que tiene abejas foráneas, está perjudicando a la abeja local».

De ahí la demanda, por parte de Acrianicyl y de la Federación Iberiensis, de que se articulen normas, lo ideal sería para todo el territorio, que lo limiten. «Es cuestión de sentarse todos los agentes, y partimos, por suerte, de que la inmensa mayoría de los apicultores, tanto aficionados como profesionales, vienen usando la negra ibérica, y nuestra intención es que siga así», apunta el responsable de Acrianicyl.

Razas foráneas

Un problema es que desde hace unos cinco años, observan que se están introduciendo razas foráneas «más parecidas a la Abeja Maya, que es amarilla y negra, que viene de Italia, o subespecies seleccionadas artificialmente en base a esa, como la abeja ‘buckfast’, que es la que más se emplea en el mundo».

«Esto es tan grave, que la negra europea, prima hermana de la nuestra, en Francia, en Inglaterra, en Suecia, en Holanda, en Alemania, se ha reducido drásticamente por la entrada de las otras», apunta González-Vélez. «Lo que ocurre con esto es que pierdes un patrimonio local, adaptación al clima local, ganas una raza más domesticable, más manejable a nivel industrial, pero más artificial, pierdes la adaptación al entorno». A este problema se suma que, cuando una de estas abejas se hibrida con la negra ibérica, «la primera generación de híbridos es muy agresiva, y más proclive a contraer enfermedades».

La abeja negra produce la misma miel que el resto de subespecies, pero tiene «unas ventajas muy grandes en salud y, sobre todo, a nivel ambiental, porque son las que hay aquí, los enjambres que se te escapan y se van volando y se acantonan, por ejemplo, en un árbol, son integrantes de la naturaleza de este lugar, no como las especies foráneas». Es, por otro lado, «una abeja resistente y adaptada a nuestro clima, que no nos obliga a emplear medicamentos y otros tratamientos».

En cuanto a la obtención de una marcan de calidad, «sería algo interesante, crear un etiquetado, pero eso ya es un proyecto a medio plazo, el primer paso es que el Mapa reconozca la especie y lo reconozca en el catálogo nacional de razas autóctonas. A la par, los apicultores ir aportando un trabajo con la raza para tenerla muy bien caracterizada zootécnicamente muy bien, y tener un patrimonio genético que cualquier apicultor que quiera incorporarse, sepa con garantías qué criadores tienen abejas negras ibéricas puras».

La recién fundada Acrianicyl cuenta sobre todo con apicultores de la provincia de León —como es el propio González-Vélez—, con vocación de extenderse al resto de la Comunidad. «Estamos en la fase de abrir contactos, la iniciativa es totalmente abierta y no dudamos que tendrá una gran acogida», apunta. Opina también el apicultor leonés sobre la nueva norma de calidad de la miel que tramita el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa) y que permanece en exposición pública hasta el próximo 11 de junio. «Es una norma buena porque avanza. Cuanta más información reciba el consumidor más beneficiado estará, y también más beneficiado el profesional que vende calidad, que es lo que hacemos los apicultores en Castilla y León», declara. «Querríamos mucho más, que se acotase mucho más el producto, que se investigasen partidas para comprobar si hay fraude, porque ya no solo hablamos de si hay calidad o no, sino que la sospecha muy firme es que un porcentaje muy alto de la miel que viene de otros países no es miel, son azúcares industriales. Azúcares de arroz, de maíz, que proceden de China y países similares. Estos azúcares se mezclan con miel de baja calidad y al producto resultante se le llama miel. Y esta sospecha, que es un secreto a voces, prácticamente una evidencia, nos gustaría que se pudiese acotar todo lo posible», añade. «Hay un montón de triquiñuelas que permiten a la industria, a los envasadores –no a los apicultores–, sortear todo esto, y al final el perjudicado es el consumidor».

Fue el pasado 27 de abril cuando se constituyó la Federación Iberiensis, o Federación de Asociaciones de Criadores de Abeja Negra Ibérica, en el edificio Goizane de Zaldibia de Gipuzkoa, que es la sede nacional de Iberiensis.

Objetivos

Los principales fines de la federación, tal como explicó la entidad en un comunicado, son el fomento de la crianza y mejora de la raza abeja negra ibérica (Apis mellifera iberiensis), mediante un programa de cría, con el fin de seleccionar sus caracteres más deseables, así como promover y desarrollar acciones encaminadas a la difusión de la mejora y su conservación, en colaboración con las administraciones competentes. Agrupar a las asociaciones de criadores de abeja negra ibérica españolas es otra de las líneas de acción, así como defender sus intereses, colaborar para la formación técnica de los criadores y ofrecerse como interlocutor frente a administraciones públicas y otras entidades.

En conjunto, la entidad pretende realizar la defensa global de la abeja negra ibérica, velando por su pureza genética y la preservación que ese patrimonio genético representa para la biodiversidad. A corto plazo, el principal objetivo de es la inclusión de la abeja negra ibérica en el Catálogo Oficial de Razas Ganaderas del Mapa para poder desarrollar un programa de cría con finalidad de mejora.

Para ello, la federación cuenta con diferentes herramientas tales como un protocolo de pruebas de rendimientos, una metodología para la evaluación genética, sistemas para el control de los apareamientos y mecanismos para el diagnóstico de la raza de abejas. Iberiensis está integrada por diez asociaciones de criadores de abeja negra ibérica de carácter autonómico.

Se trata, además de la de Castilla y León, Acrianicyl, de la asociación castellanomanchega, Acami; de Aecria-Madrid, de la Comunidad de Madrid; Amiga, de Galicia; Asan, de Aragón; la Asociación Asturiana de Criadores de Abeja Negra Ibérica; la de Cantabria; Dotze Reines, de las Islas Baleares; Erbel, del País Vasco e Ibercría, de la Comunidad Valenciana. Iberiensis está abierta a acoger a las asociaciones de las comunidades autónomas restantes.

Castilla y León es una de las comunidades líderes de la apicultura en España. Es la que acoge un mayor número de explotaciones apícolas, con 6.409, según la última estadística del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación referidos al último ejercicio con datos cerrados, 2022. Supone el 17,6% del total de España, que asciende a 36.494 explotaciones apícolas tanto profesionales como de autoconsumo. La Comunidad también es una de las que tiene más explotaciones profesionales, en torno a 700. Produce más de 4.000 toneladas de miel al año, en torno al 13,5% del total nacional.

El número de colmenas de Castilla y León se ha incrementado casi un 18% en la última década, de las 377.780 censadas en 2012 a las 444.026 registradas en 2022. Supone 66.246 unidades más. La cuota de colmenas sobre el total nacional se ha reducido ligeramente, sin embargo, del 14,92% de hace diez años al 14,33% del ejercicio 2022. Es consecuencia de que el total en España se ha incrementado casi cinco puntos más en el mismo periodo, un 22,36%, desde las 2.531.517 unidades de 2012 a las 3.097.647.

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