CULTIVOS ALTERNATIVOS
Borobia triplicará este año su cosecha de flores comestibles
Nuevas instalaciones El nuevo invernadero de 600 metros cuadrados permitirá a Innoflower tener producción en Soria todo el año. Hasta el momento el 15% de su facturación sale de la provincia
Con las obras del nuevo invernadero en marcha Innoflower espera triplicar este año su producción de flores comestibles durante la época estival en Borobia para así cubrir las necesidades del mercado. Y es que este año la olvegueña Laura Carrera García podrá contar con una superficie de 2.000 metros cuadrados, el triple de hace dos años, cuando decidió apostar por su pueblo para complementar el cultivo que mantiene en Zaragoza, donde reside.
Porque lo que busca en Borobia es la calidad por encima de todo. Apuntó a su tierra por la altitud y la climatología, buscando rentabilidad en épocas donde la producción de flor de invierno con la que trabaja es más baja, ya que no hay de finales de junio a octubre. Su apuesta fue la de conseguir tener flor durante todo el año, intentando reproducir el invierno de Zaragoza en esas fechas. Un experimento que no le ha ido nada mal. El año pasado alcanzó una facturación de 440.000 euros, de los que el 15% procedieron del invernadero de Borobia.
«Las ventas siguen creciendo, pero todavía nuestro mercado es nacional», explica Laura, quien constata un incremento en 2019 de un 20% con respecto al año anterior. En la campaña pasada estaban saliendo unas 100.000 flores a la semana desde Borobia hacia Zaragoza, donde tiene la sede Innoflower, lo que en peso equivale a unos 20 kilos.
Ahora, las nuevas instalaciones, de 600 metros cuadrados, permitirán a Innoflower producir todo el año y en unas condiciones más controladas tanto de temperatura como de humedad, para poder ajustar más los tiempos y la calidad de la flor comestible, si bien Laura constata que deberá realizar más esfuerzo en las plagas. Una ampliación que ha sido posible gracias al respaldo de Soria Futuro SA a través de un préstamo participativo de 80.000 euros destinado principalmente al desarrollo de inversiones. Sin olvidar la ayuda de la Diputación de 8.000 euros para proyectos de nueva creación.
La empresa de Laura Carrera y Andrés Álvarez, su socio de Frutas Olivar de Mercamadrid, nació en el año 2016, pero llegó a Borobia dos años después para garantizar la flor fresca también en los meses de verano. Empezó con 400 metros cuadrados bajo malla, otros 100 en invernadero y 50 metros cuadrados en exterior. Para la temporada pasada aumentó otros 400 metros cuadrados bajo techo y dispuso 150 metros cuadrados en mesas en el exterior. Con las nuevas instalaciones se triplicará la superficie, lo que le permitirá tener producción todo el año. Porque en la actualidad la temporada se extiende desde finales de marzo hasta noviembre. El resto del año apenas hay actividad, tiempo en el que se realizan tareas de mantenimiento. Para ello, Innoflower cuenta con una persona a jornada completa y con contrato indefinido. Borobia provisiona durante los meses de verano de dos especies de invierno, principalmente: pensamiento, pensamientos mini. Y el año pasado también realizó pruebas experimentales con albahaca y clavelina. Para esta nueva campaña va a plantar también violeta, cilantro y alhelí.
Casi la mitad de la producción de Borobia es de pensamiento mini, la variedad que mejor está resultando en el mercado porque «es la que reúne las mejores condiciones agronómicas y responde bien». Hay clientes, sin embargo, que prefieren también el pensamiento grande que es de sabor más duro. «El pensamiento mini sabe cómo a canónigo y es muy versátil porque es muy neutro y se puede combinar en cualquier plato. Desde una tapa a un postre, pasando por un primero, una carne o un pescado», explica esta olvegueña, que cuenta con un doctorado y la doble licenciatura en Ingeniería Agrónoma y en Ciencias Ambientales.
Otra de las variedades que se cultivan en el vivero de Borobia es el alhelí:
«Sabe picante, con un toque a mostaza y huele a flores frescas. Queda genial con carnes, o por ejemplo, con morcilla».
O el cilantro, «mucho más especial, que gusta mucho a los noruegos, porque va muy bien con el salmón». También quiere apostar por el alyssum, una flor que en España todavía no está permitida su venta porque hasta Innoflower ninguna otra empresa había solicitado el permiso al Ministerio, pero Laura está trabajando para conseguirlo. «Nos lo denegaron porque no había registro anterior, pero confío en todas las referencias que hay a nivel internacional». Y es que es una de sus preferidas: «Sabe a miel y tiene notas de mostaza».
«Ofrecemos una materia prima única y fresca, ya que envasamos la flor con un máximo de 24 horas desde que la cortamos y esto permite que se puede consumir entre los doce y quince días siguientes», asegura Laura.
El hándicap es que de momento la producción se envía a Zaragoza y desde ahí sale para todos los puntos de venta del país. Por ese motivo, la próxima aspiración de Innoflower es instalar un obrador en Borobia para que se realice en la localidad soriana la parte del proceso de transformación de sus flores.
Laura es una pionera en la producción de flores comestibles, un mundo todavía muy desconocido en el mercado nacional en el que se introdujo a raíz de su tesis doctoral sobre la ‘Biología reproductiva del níspero japonés’. La empresa que dirige, Innoflower, comercializa la mayor parte del producto en fresco, que procede de sus tres viveros, dos en Zaragoza y uno en Borobia, de donde es su padre.