VIÑA SASTRE
Un sastre para el mejor vino
Esta bodega familiar fundada en 1992 con larga tradición de viticultores elabora alguno de los vinos más aclamados. Su Pesus ya es leyenda

Viña Sastre
Los orígenes de la familia Sastre con el mundo del vino coinciden en el tiempo con la fundación de La Horra como villa hace 300 años. Un aniversario que celebran este año como municipio que antaño fue pedanía de Roa. Estamos en las entrañas de la Ribera del Duero burgalesa, en el tuétano de la tempranillo, famosa por la concentración de cepas viejas. “Se plantó mucho viñedo en la época de nuestros tatarabuelos. El vino se hacía en lagares y bodegas subterráneas; después de la guerra civil, en los años 50, fue la época de las cooperativas”, explica Jesús Sastre, cabeza de Bodegas Viña Sastre. Él y sus hijos –Sara y Raúl– mantienen vivo ese legado, con la misma pasión y saber hacer. Una de sus joyas está en el campo, en el viñedo de más de 100 hectáreas a más de 800 metros de altitud con el que elaboran vinos de producción limitada que destacan por colarse entre los mejores vinos de España.
Jesús ha nacido y crecido entre viñas. Su abuelo Severino fue socio fundador de la cooperativa Virgen de La Asunción, vendiendo uva seleccionada a otras firmas bodegueras de prestigio y vinos aclamados en la denominación como Alejandro Fernández; un proyecto en el que implicó a su hijo Rafael Sastre. Además de enamorado del vino, Rafael fue zapatero, guarnicionero y vendedor de pescado. Toda una vida dedicada al trabajo y la viña por devoción. “Hemos echado los dientes en la viña”, afirma solemne Jesús. Nos recibe en su bodega, ubicada junto a su casa. Gran anfitrión. Buena gente. Hombre de pueblo, orgulloso de sus raíces, uno de los mejores enólogos y conocedor de cada palmo de sus parcelas. Su padre le enseñó a sufrir el viñedo. A amarlo como a un hijo. “Recuerdo con 17 y 18 años en mitad de la tormenta en el Pago de Santa Cruz sufriendo en la vendimia, antes todo era muy duro en el campo. Ahora me río, pero muchos días daban ganas de dejarlo”.
Sus manos y el gesto reflejan que ha sido un hombre formado en la mejor escuela, su tierra. Dio todo y un poco más por su pasión, el terruño. Cuando todo el mundo arrancaba viñedo, él se dedicó a aumentar hectáreas de producción. “Todo lo que ganaba lo invertía en el campo”, añade el propietario y tercera generación de la bodega familiar. Comenzaron elaborando vinos de garage a principios de los 80, lo que ahora denominan los millennials ‘garage wine’ con el Pago Santa Cruz, uno de los vinos más emblemáticos de España. “Lo hacíamos en casa con el mismo tipo de madera, la misma viña”. Más tarde, en los noventa, decidieron levantar su propia bodega, animados por los comentarios de otros amigos bodegueros que supieron apreciar la extraordinaria calidad de la uva. En el año 92 realizan su primera elaboración e inmediatamente llegan los premios y el reconocimiento internacional.
“Viña Sastre es una bodega boutique. Quiero decir que es una bodega con elaboraciones muy cuidadas, a pequeña escala. Producimos todo con nuestro viñedo. Sin fitosanitarios. Ni herbicidas ni pesticidas. Abogamos por la mínima intervención, lo que exige muchísimo esfuerzo en la viña. Todo natural. No queremos grandes producciones. Queremos controlar mucho el viñedo y todo el trabajo en bodega. Lo que queremos es sorprender con un gran vino al que lo pruebe”, asegura Ignacio Ilarraz Pérez, Director Comercial. “Nunca utilizamos ni abono químico ni herbicida. Por eso tenemos los Ph que tenemos y la madurez que tenemos”, añade Jesús, orgulloso de su mayor patrimonio, su viña. Sus cepas se sitúan de 800 a 840 metros sobre el nivel del mar en pequeñas colinas dirigidas hacia las cuencas de los ríos Duero y Gromejón. El suelo es drenado naturalmente por la cuesta. Una de sus señas de identidad son los bajos rendimientos, de 4.500 kilos por hectárea (en algunos casos no llega a los 2.000), lo que refleja una altísima calidad. “Yo no voy con las modas, yo tengo claro el tipo de vino que quiero”, dice Jesús, un ‘sastre del vino’ que se ha dedicado a hacer el mejor traje a medida recurriendo al frío natural de La Horra.
Un respeto por el entorno que se ha aliado con la tecnología, de la cual Jesús se ha dotado progresivamente. “Hemos duplicado siempre esfuerzos en tecnología. Todo lo que obteníamos de beneficios lo invertíamos. No podemos arriesgar. Trabajamos como la Fórmula1. Nos coordinamos al milímetro por si falla una despalilladora, una prensa, o un depósito de frío. Así en todo”, explica. La combinación de este avanzado conocimiento tecnológico y las sabias cepas, viejas y retorcidas, permite ofrecer unos vinos que nunca defraudan.
Jesús se muestra orgulloso de la evolución de la vendimia de esta temporada. Sus vinos se elaboran con doble selección de uva y levaduras autóctonas. En sus crianzas emplean barrica de roble francés y americano. Desde 2002, tras el fallecimiento de su hermano Pedro, ha sido el responsable de dirigir los derroteros de Viña Sastre. Un equipo al que se han incorporado su hija Sara, responsable de las labores comerciales y Raúl, que se ocupa de las labores administrativas y burocráticas junto a su padre.
GRANDES VINOS EN EL TOP
Sus vinos están presentes en casi 40 países. La fama de sus vinos ha alcanzado fama entre clientes internacionales. Muchos de ellos se concentran en países latinos como México o República Dominicana. Las altas valoraciones logradas por alguno de sus vinos le han posicionado en el top mundial. En la cima del vino. Su Regina Vides ha sido encumbrado por gurús como Robert Parker con altísimas puntuaciones, llegando a los 97 puntos en 2009, al igual que su mítico Pago de Santa Cruz. Todo su portfolio es un repertorio de joyas para beber para los amantes del vino. Su crianza es una auténtica delicia, un vino más asequible que se elabora de viñedos de 60 años de antigüedad. Un lujo. Sin embargo, el verdadero hito llegó de la mano de Pesus (Pedro y Jesús) de la añada 2006, vino ‘top’ de la bodega, que alcanzó los 98 puntos, rozando la gloria y la perfección absoluta por el equipo de catadores de The Wine Advocate en 2010. Desde entonces la botella se ha convertido en fetiche, en un amuleto deseado por coleccionistas. Procede de dos viñedos con 100 años de edad y está elaborado con uva tempranillo (80%) y un pequeño porcentaje de cabernet sauvignon (20%) y merlot. Sólo se lleva a cabo los mejores años y se producen entre 1.500 y 2.000 botellas, lo que lo convierte en un artículo de lujo que alcanza precios astronómicos en el mercado. Está considerado uno de los vinos más caros de España con un precio que oscila los 350 euros. Viña Sastre ha convertido en leyenda a este tinto potente, único y excepcional.
A la familia de los tintos se sumó Flavus, nombre con el que denominan a este blanco único elaborado a partir de la variedad Pirules, una uva que es una rareza en esta Denominación de Origen, pero que crece con gran éxito en la bodega. Con una producción muy escasa, que no llega a las 4.000 botellas, es el único vino blanco de la casa procedente de cepas de entre 60 y 100 años. En este 2025 fue galardonado con el Premio al mejor vino blanco con crianza en los Premios Guía Vinos Gourmets. No hay que olvidar su rosado, Marcelina, un vino homenaje a la matriarca de los Sastre que comenzó para consumo propio y ahora llega a las 8.000 botellas. Un rosado equilibrado, fresco, vivo, que invita a seguir bebiendo.
El curriculum de Viña Sastre no cesa. En 2010 fue nombrada ‘Mejor Bodega Europea del Año’, en los Wine Star Awards de la revista americana especializada Wine Enthusiast. Los Sastre han sabido escuchar y vivir el viñedo como si fuera parte indivisible de su familia y su apellido. Son creadores de alguno de los mejores vinos de España. Como si fuera un traje a medida, confeccionan y tejen alguna de las etiquetas más aclamadas del país.