Diario de Castilla y León

Restaurante J. A. C. Sardón de Duero (Valladolid)

Los cincuenta años de JAC en el Duero

Ángel y Cinthia, a la puerta de su restaurante JAC, en Sardón de Duero.

Ángel y Cinthia, a la puerta de su restaurante JAC, en Sardón de Duero.

Publicado por
JAVIER PÉREZ ANDRÉS

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La historia de esta familia se remonta a los 70, al bar Angelín. El restaurante abre sus puertas en 74. Fueron José Rebollo y Ana Granados quiénes abrieron cocina al pie de la N-122, antaño concurrida y hoy, también. La revolución del vino llegaría años después, justo en la época en la que Ángel Rebollo se puso al frente de la cocina.

En 2024 el JAC de Sardón de Duero cumplirá cincuenta años dando de comer. Ángel todavía mantiene algunos platos de su madre en la carta. Callos, alubias con almejas, gambas al ajillo, merluza a la cazuela y las croquetas, entre otros. El lechazo y las chuletillas siempre presentes y en los últimos años el chuletón de ternera se ha hecho un hueco holgado entre las preferencias de los comensales. El entorno marca algunos puntos de su oferta como son el queso, los espárragos, las ensaladas de endibias y una excepción en la cocina: la empanada de carne típica de Bolivia que elabora Cinthia Saucedo, su mujer, que lleva veinte años en el restaurante y es boliviana, de Santa Cruz de la Sierra. Lo mejor del restaurante JAC -que debe su nombre a las iniciales de los tres hermanos José, Ángel y Carlos- es que mantiene ese ambiente familiar con la garantía de conocer el oficio heredado y prestar la atención que se merecen la clientela que a diario opta por el menú de 12 euros o come a la carta en torno a los 35-40 euros.

Un detalle es que mantiene fidelidad a dos bodegas de la localidad vallisoletana: Abadía Retuerta y Quinta Sardonia. Un rasgo que se agradece y que se completa con muchos vinos de Ribera de Duero, Rueda o Cigales. Ángel y Cinthia son un buen ejemplo de la cocina rural del Duero que lleva cincuenta vendimias sin bajar la guardia y con la cocina abierta. Muchas cosas han pasado desde que se comiera en esta casa por 70 pesetas y se tomara café por 6. Ahora triunfan los escalopines de merluza, los chipirones fritos, la lubina a la espalda y la oreja a la gallega, junto con sus platos de huevos fritos, que siguen convenciéndonos. A la espera de la celebración de las bodas de oro defendiendo la hostelería en el valle del Duero.

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