Vino de Arribes, la melodía enológica con más acordes
Carlos Capilla, ‘Capi’, es un puntal importante en el Arribe. Es el director técnico del Consejo Regulador desde 2005 y admite que ahora ya están definidos los perfiles sensoriales de los vinos de la próxima década. Arribes será la sorpresa –dice– y pone el ejemplo del burro de Villarino, el del tío Silguero y la tía Joaquina. «Ya se murió el burro de la tía Vinagre, ya lo lleva Dios de esta vida miserable. Que tururururú, que tururururú». Pocos saben que esta canción, una de las más populares de España, que inspiró a Víctor Jara y Atahualpa Yupanqui entre muchos folcloristas, tiene su origen en territorio de la actual DO Arribes, en la localidad salmantina de Villarino de los Aires . Una escultura recuerda al burro del tío Silguero en un jardín de la localidad. El futuro del vino de Arribes es como esta melodía: suena a todos, pero desconocen el origen de la partitura enológica actual y sus castas que son los acordes.
La DO Arribes atraviesa un buen momento. Más del 80 % de las 25 bodegas inscritas son de corta producción y cierran filas en torno a la diferenciación basada en la defensa de suelos y viñas viejas al rescate de las castas más genuinas. Aunque conviven con bodegas de mayor producción –tres de ellas son cooperativas– la mayor parte no sobrepasa de media las 20.000 botellas y todo hace pensar que el crecimiento será prudente durante la próxima década en la que habrá que renovar viñedo y acentuar las prácticas culturales dirigidas a nuevas plantaciones. Un breve repaso a las políticas de precios nos permite comprobar que salen al mercado del vino en las franjas de 12 y 16 euros, salvo elaboraciones concretas que pueden superar los 50 euros. Buena señal. Enólogos como Benigno Garrido, entre otros, ya en los 90 reivindicaban castas como la puesta en cruz, mandón, bastardillo chico, bastardillo serrano, tinta jeromo, gajo arroba, verdejo colorao y alguna godello envuelta en esa endémica confusión de la diversidad ampelográfica. Hoy algunas de ellas están pasando por fases de estudio, registro y elaboraciones experimentales. Sin duda, ese material vegetativo, anclado por ahora en viejos vasos, viene a completar la diversidad en cepajes de la DO Arribes, en la que intervienen las castas como Juan García, rufete, bruñal, tempranillo, albillo, mencía, garnacha, syrah, malvasía castellana o verdejo. Todo ello nos abre un campo sensorial multicolor que acentúa el presente y el futuro del vino en Arribes.
Carlos Capilla conoce bien la evolución de esta zona, sus vinos, sus lagares, su registro vitícola y todas las elaboraciones que se abren camino en la última década sobre la base de los cepajes autorizados y con vinos varietales que secundan su potencial. Si a esto unimos las pequeñas partidas de vinos muy selectivos de marcado carácter varietal, sin duda se abren nuevos tiempos. Desde el Itacyl se llevan a cabo en los últimos años elaboraciones experimentales con buenos resultados . El panorama de futuro a largo plazo desvelará si el mercado valora los matices diferenciadores de estas castas.
A toda la actividad vitivinícola se unen los atractivos paisajísticos y naturales de toda la franja de los/las Arribes de las provincias de Zamora y Salamanca. Todo ello contribuye a reafirmar este jardín ampelográfico que se esparce por las laderas del Duero en simétricos bancales y el majuelo emplazado en la penillanura. Todo hace pensar que «ya suena el violín en la viña perdida» y no solo para unos pocos, sino para la mayoría. Es justo recordar a quiénes afinan el violín, a tipos como el ‘Capi’, agrónomo y enólogo que lleva décadas tocando sin desafinar en el Arribe, junto a Rocío Carrascal, por su trabajo en el consejo regulador.