Diario de Castilla y León

IBORRA | PREMIO LA POSADA A MEJOR PROYECTO DE VALLADOLID

La pequeña Jijona de Castilla

Hablar de Iborra es hacerlo a la marca referente de turrones artesanos más querida y respetada por los vallisoletanos. Su historia nace a finales del siglo XIX en la localidad alicantina

En la imagen, Antonio Iborra Cremades, actual responsable del negocio familiar junto con sus hermanos, en la puerta del establecimiento de la calle Lencería.  / PHOTOGENIC

En la imagen, Antonio Iborra Cremades, actual responsable del negocio familiar junto con sus hermanos, en la puerta del establecimiento de la calle Lencería. / PHOTOGENIC

Publicado por
Henar Martín Puentes

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Su tienda de la calle Lencería número 2, justo al lado de los soportales de la Plaza Mayor de Valladolid, es una de esas reliquias queridas por las gentes de capital del Pisuerga. Y no es para menos. A lo largo de cuatro generaciones la familia Iborra ha endulzado las navidades y los veranos de los hogares pucelanos . Una historia que se remonta a finales del siglo XIX, concretamente al año 1872 cuando Manuel Iborra García nace en Jijona, en el seno de una familia que practicaba la elaboración tradicional de turrones desde hacía varias generaciones. Un oficio que aprendió desde niño. Los tiempos de necesidad obligaban a buscarse la vida pronto y comenzaron a vender por distintos  puntos de la península hasta que recaló en Valladolid. Cuando se aproximaban las fechas navideñas los Iborra emprendían un dificultoso viaje en tren de más de dos jornadas en dirección a Valladolid, donde año tras año sus tentadores dulces gozaban cada vez de más éxito. «Todo comenzó con mi bisabuelo –Manuel Iborra– que venía aquí en 1900 desde Jijona a vender turrón», relata Antonio Iborra, actual responsable del negocio familiar. 

En aquellos primeros viajes desde la localidad alicantina hasta la ciudad castellana se asentó en puesto la Acera San Francisco, lo que hoy se conoce como calle Ferrari. El vínculo familiar que mantenían con unos tíos explica el hecho de que eligiera la ciudad vallisoletana para comercializar sus turrones. 

Manuel era un un joven emprendedor que al contraer matrimonio con Isabel Planelles Candela , decide independizarse y seguir trabajando en solitario. Continuó viajando a Valladolid en fechas puntuales. Una vida a caballo entre la ciudad mediterránea y la capital castellana «Toda mi familia es de Jijona excepto mi hermano y yo que nacimos en Valladolid porque era verano», comenta con gracia Antonio.  

Cuando llegaban a la capital vallisoletana Los Iborra vendían sus productos en el mercadillo navideño que se instauró de forma fija en el centro de la ciudad desde finales de noviembre hasta el día mismo de Navidad. Su puesto era uno de los más solicitados por la clientela , que cada año iba creciendo, igual que su gama de productos que fue ampliándose con otros dulces típicos como peladillas, almendras rellenas, polvorones, mazapanes, pasteles de gloria o de yema y frutas escarchadas. 

La temporada del turrón comenzaba en Valladolid a finales de noviembre y finalizaba pasado el día de Navidad. La buena marcha del negocio y el cariño que profesaban los vallisoletanos a sus productos llevaron al turronero jijonenco a alquilar un espacio durante las fechas señaladas. «Para ello buscaba comercios de la ciudad donde alquilaba un espacio de almacén y mostrador donde vender sus productos», rememora. 

Corría el año 1957 cuando se ubican en el local actual, en el número 2 de la calle Lencería, en pleno centro de la capital vallisoletana, junto a la Plaza Mayor y donde actualmente siguen despachando sus productos . Un año más tarde amplían la gama con los helados artesanos de elaboración puramente artesanal, y apostando primero por los sabores clásicos de turrón, vainilla, chocolate, limón, coco, fresa o simple nata estando como maestro heladero y turronero Don Manuel Iborra Planelles , hijo del anterior. «Reformaron el local e instalaron el obrador en la parte de arriba de la tienda donde se hacía el helado», explica Antonio. Una decisión tomada para dar estabilidad a la vida familiar. «Mis hermanos realizaban medio curso en Jijona y medio curso aquí hasta que ya las monjas les dijeron a mis padres que tenían que hacer el curso el año completo. Así fue cómo decidieron quedarse aquí». 

La empresa ha continuado desde entonces en el mismo círculo familiar con los hijos y nietos de Manuel Iborra, abriendo en 1970 una fábrica artesana de turrones y dulces más moderna en Jijona . Una instalación donde mantienen la tradición de siglos de elaborar polvorones, mazapanes, pan de Cádiz, turrones y pasteles de yema. Por su parte, mantienen un obrador de helados que la actual generación inauguró en Valladolid en 1999 manteniendo el mismo cariño y cuidado en la elaboración de helados que desde el origen. Dicho obrador está adaptado a la más exigente normativa sanitaria europea  para poder ofrecer helados de máxima calidad y crear nuevos productos con los que satisfacer a nuestros clientes .

El negocio continúa de la mano del cuarto Manuel Iborra Cremades y sus hermanos. Una saga de turrones que ha hermanado para siempre a dos ciudades: Valladolid y Jijona.

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