Martivillí, el verdejo blanco del Coronel
Ángel Lorenzo Cachazo
Algo tarde, pero llegó la hora de recordar juntos aquella historia del coronel y del nacimiento del Martivillí que una mañana de la añada del 89 me contó Ángel Lorenzo Cachazo, uno de esos tipos cabales, viticultor convencido y pozaldejo de raíz. De él guardo su acogida y cariño en aquellos tiempos en los que brotaba la Denominación de Origen Rueda. Cariño que aún conservo. Ahí sigue por las mañanas sentado en el zaguán de la bodega familiar almacenando recuerdos. Pero corren tiempos tristes por la bodega de la estación en Pozaldez.
Su hijo Javi, enólogo muy querido por todos los que formamos parte del mundo del vino en esta región, se nos fue. Pero nos dejó su sonrisa, su huella y su profesionalidad siempre con dosis de generosidad, herencia recibida de su padre, mi viejo amigo ‘Angelín’, como le llama su hermano Félix. Los dos representan el embrión del vino de calidad en Pozaldez. Habrá que ir pensando en ese homenaje a los dos Cachazo. Ahí lo dejo. Vamos ahora con la bodega que se ha ganado ser referencia en el mercado y en la DO Rueda. Recuerdo cuando me contaba Ángel, que vive en la casa de las verjas de hierro que todos los pozaldejos conocen como la casa del coronel, que el susodicho militar bajaba a caballo las escaleras de la bodega subterránea… como para olvidarlo. Simpática anécdota. Pero lo mejor fue a la hora de elegir el nombre del vino de la bodega: Martivillí. Era cuando Javi Lorenzo se estrenaba como enólogo tras cursar sus estudios en la cantera española de la enología, en la Escuela de la Vid y el Vino en Madrid. La sonoridad de Martivillí, hoy gloria de los verdejos de Rueda, se debe a un lugar de Pozaldez, un pequeño lavajo que existió a la entrada del pueblo. Tomaba Martivillí el nombre del terruño de los Cachazo.
La bodega se funda en el 88, aquel año de agua, de mildiu, en el que que recolectamos poco pero bueno. A partir de aquí, Javi Lorenzo supo apostar por los vinos modernos, defendiendo siempre los diseños sensoriales que el mercado pedía. El verdejo joven, el sauvignon blanc, su fermentado en barrica, el semidulce Carmín de moscatel, los tintos de tempranillo Lorenzo Cachazo (esta bodega es fiel a esta tipología del tinto en la DO), un rosado de corte actual rosa pálido y el espumoso Martivillí. Sin duda, esta bodega es una de las referencias de este tipo de vino en Rueda. La bodega de Ángel Lorenzo Cachazo responde, por tanto, a las exigencias del mercado. Regularidad y buen criterio en el diseño enológico marcan sus vinos apreciados y muy conocidos entre prescriptores y profesionales de la hostelería. Hoy Mirian Herrero sigue los pasos de Javi, lo mismo que el bodeguero César Íscar, toda la vida en la bodega familiar. Mabel, la hija de Ángel, está al frente de la gestión de una bodega que comercializa cada año alrededor de un millón de botellas,
una buena parte para el Perro Verde del célebre empresario catalán Quim Vila, muy fiel a la bodega desde hace años con más de 500.000 botellas con su etiqueta en los mercados. Un éxito logrado gracias al criterio en la elaboración de los Martivillí y toda su gama. La familia cuenta con 45 hectáreas de viñedo propio, el 80% en Pozaldez y un 20% en el entorno, además adquiere un porcentaje de uvas a viticultores de la DO. Martivillí es una de esas marcas de vino ligadas fuertemente a la Denominación de Origen Rueda. Sus vinos, a lo largo de estos años, se han ganado a pulso el reconocimiento en la mesa de cata. Una marca sólida que, pese a no tener al lado a su creador, si tiene garantizada la continuidad con un equipo sólido y familiar que la defiende durante todo el ciclo vegetativo. Bonita historia esta del coronel y su vino Martivillí, con la que todavía sonríe el bueno de Ángel cuando se lo recuerdo.