Diario de Castilla y León

SALAMANCA

La Universidad de Salamanca investiga en la Antártida la huella del cambio climático

Investigadores de la USAL estudian las variaciones ambientales de la Península Antártica y sus repercusiones en los ecosistemas marinos / Emplean diferentes herramientas para el muestreo del océano y la columna de agua profunda

Thibauld Béjard, José Abel Flores y Andrés S. Rigual durante la expedición

Thibauld Béjard, José Abel Flores y Andrés S. Rigual durante la expedición.EL MUNDO

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Estibaliz Lera
Valladolid

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La Península Antártica es una de las regiones del planeta que está experimentando los cambios ambientales más rápidos, sobre todo debido al aumento de temperaturas de invierno durante las últimas décadas (entre 5 y 6 °C). Este incremento está acarreando una serie de transformaciones en cascada, entre las que destaca el deshielo y un consecuente aumento en el aporte de nutrientes y estratificación de la columna de agua. Se prevé que el conjunto de estos cambios ambientales tenga importantes consecuencias en los ecosistemas marinos. Sin embargo, para evaluar ese cambio es necesario documentar el estado actual y preindustrial del ecosistema para poder identificar qué está pasando y actuar en consecuencia.

BASELINE establece una base de referencia del estado actual de las diatomeas, algas unicelulares responsables de sustentar la vida marina en la Península Antártica. Empleando muestras de agua de varias expediciones españolas en esta región, un equipo multidisciplinar con ADN salmantino pretende documentar la distribución biogeográfica de las principales especies de diatomeas para así poder identificar posibles cambios en su distribución espacial en el futuro.

Además, cuentan con materiales de una serie de tiempo de más de diez años de registro de muestreo ininterrumpido de la columna de agua. «Esta serie de tiempo es única en el mundo y una de las más largas nunca registradas en el océano Antártico», exponen los investigadores María Ángeles Bárcena Pernía y Andrés S. Rigual Hernández para, a continuación, añadir que se espera que el análisis de estas muestras proporcione información clave sobre el papel de las diatomeas en el secuestro de carbono en los sistemas costeros antárticos y en la nutrición de organismos superiores en la cadena alimenticia, como es el krill.

Este proyecto, según comentan, tiene como meta documentar el estado actual y pasado de las comunidades de diatomeas en la Península Antártica y su función en los ciclos biogeoquímicos marinos. En concreto, indican que quieren estudiar las asociaciones de diatomeas que habitan en el océano actual y las conservadas en el registro sedimentario del fondo marino, con el objetivo de documentar su diversidad actual y pretérita, cambios en su abundancia y su papel en la regulación de la concentración de gases de efecto invernadero a través de la fijación de CO2 en forma de materia orgánica. «Esta información es esencial para entender la evolución de los ecosistemas antárticos en el pasado, conocer su funcionamiento en la actualidad y poder predecir su respuesta al rápido cambio ambiental, que están experimentando debido al calentamiento global».

En esta línea, María Ángeles Bárcena Pernía y Andrés S. Rigual Hernández consideran que la tecnología es «de gran utilidad» para el monitoreo continuo de la columna de agua en ambientes remotos y hostiles a nivel meteorológico, como son los ecosistemas antárticos. «El acceso a la Península Antártica es complicado y se limita principalmente al periodo estival, cuando las condiciones ambientales son más benignas. El análisis de sedimentos del fondo marino permite la obtención de información del ecosistema acumulada durante años e incluso milenios, aportando de este modo información sobre las tendencias de los ecosistemas durante intervalos de tiempo mucho mayores que los abarcados por los registros instrumentales», señalan.

Otro valor añadido, a su parecer, es que las trampas de sedimento son instrumentos oceanográficos de bajo coste que ofrecen la posibilidad de la monitorización de ambientes remotos durante largos periodos de tiempo (de meses a años). «El grupo de Geociencias Oceánicas tiene mucha experiencia en el uso de estas herramientas y ha permitido importantes avances en el conocimiento del funcionamiento a nivel estacional y multianual de ecosistemas marinos en océano abierto y su papel en los ciclos biogeoquímicos».

En este punto, insisten en que la combinación del análisis de muestras de agua, de trampas de sedimento y sedimento marino ayuda a reconstruir el comportamiento de las comunidades de diatomeas a diferentes escalas temporales. «Se prevé que el conjunto de datos de todas estas fuentes aporte información esencial sobre el papel de estos organismos en el funcionamiento de los ecosistemas antárticos y en el secuestro de dióxido de carbono por los océanos polares», celebran.

Acaban de regresar de la expedición de este año. Es más, las muestras de sedimento y filtros de agua de la campaña están aún en el Hespérides, que regresará a España en mayo. Su prioridad es el análisis de las muestras lo antes posible. Esto lo harán de forma paralela con el análisis de muestras de trampas de sedimento que están llevando a cabo en este momento y que está dando resultados preliminares muy interesantes.

De cara al futuro, avanzan que tienen programada otra expedición a la Antártida el próximo año que servirá para completar el trabajo que han hecho. De momento sólo tienen resultados preliminares, pero han encontrado diferencias importantes en la composición y abundancias de las diatomeas entre distintas campañas. «Hemos observado un aumento de ciertas especies asociadas a temperaturas anómalamente altas en las aguas antárticas. Esperamos que dentro de poco podamos determinar si este cambio en la composición se debe a una respuesta al rápido cambio ambiental en esta región», concluyen María Ángeles Bárcena Pernía y Andrés S. Rigual Hernández.

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