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La cuidadora berciana de la miel

Esta investigadora del grupo TESEA de la UVa estudia contaminantes de diversa índole en productos procedentes de la colmena y busca compuestos bioactivos que permitan revalorizarlos / Analiza el brócoli para combatir enfermedades en las abejas / Ha recibido el Premio a la Mejor Profesora STEM

Ana María Ares Sacristán, profesora titular e investigadora de Química Analítica en la Universidad de Valladolid.

Ana María Ares Sacristán, profesora titular e investigadora de Química Analítica en la Universidad de Valladolid.Miguel Á. Santos / PHOTOGENIC

Publicado por
Estibaliz Lera
Valladolid

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La falta de referentes no fue una piedra en el camino, pero tampoco se convirtió en el detonante para estudiar una carrera de ciencias. La berciana Ana María Ares Sacristán siempre se interesó por las asignaturas relacionadas con esta rama. En el colegio participó en concursos matemáticos y en el instituto reafirmó sus ganas de unirse al mundo científico. En su cabeza, reconoce, se barajaban las opciones de Biotecnología, Óptica y Optometría y Química. In extremis se decantó por esta última licenciatura, ya que le fascinaba poder comprender la interacción de las sustancias y entender la composición de las cosas que nos rodean a nivel molecular. Es más, apunta que entre sus pensamientos rondaba la idea de que podría contribuir en un futuro al desarrollo de soluciones reales y tangibles para los desafíos globales dentro de la industria farmacéutica.

Estudió en la Universidad de Valladolid (UVa) por ser la más cercana a su hogar y a su familia. Allí también realizó un máster que le abrió las puertas a los estudios de doctorado. «Cuando comencé la carrera no sabía ni lo que era la tesis doctoral, pero con el transcurso de los años, me di cuenta de la importancia de la Química Analítica y, en concreto, de la necesidad de la obtención de métodos validados que son imprescindibles en muchas áreas e industrias. Todo esto, junto a mi satisfacción dentro de un laboratorio, implicó que la investigación podría ser una salida viable para mi futuro», explica.

En 2011 avanzó en esta aventura gracias a la obtención de una beca a nivel nacional para la Formación de Personal Universitario. Antes de finalizar este contrato en 2015 pudo realizar una estancia previa en la Universidad de Lund (Suecia), en un grupo puntero de Química Analítica Verde. Con el doctorado bajo el brazo y, tras unos meses de búsqueda de empleo, pasó a formar parte de una multinacional farmacéutica. Estuvo cinco años desarrollándose y especializándose en ese campo. Durante este tiempo también trabajó como profesora asociada en la UVa. Debido a ello mantuvo su vínculo con el grupo TESEA (Técnicas de Separación y Análisis Aplicado), fundado por José Luis Bernal Yagüe, en el que se formó.

Sus investigaciones siempre han estado relacionadas con la utilización de la química analítica para ayudar y obtener información en el mundo apícola. Este equipo es especialista en la evaluación de contaminantes de diversa índole en productos procedentes de la colmena, así como en la búsqueda de nuevos o ya existentes compuestos bioactivos que permitan revalorizar sus productos.

De igual forma, indica que han trabajado en la utilización y obtención de compuestos a partir de subproductos alimentarios, como el brócoli, para combatir enfermedades de las abejas, analizando su consumo y la transferencia a sus productos apícolas, implicando el desarrollo y validación de metodologías analíticas para su determinación en los productos derivados, como miel, polen y cera de abeja.

«Los productos apícolas tienen propiedades excelentes que han demostrado eficacia en investigaciones relevantes contra dolencias que afectan exclusivamente a la mujer», señala para, a renglón seguido, añadir que es necesario evaluar la presencia de nuevos contaminantes emergentes como son los plásticos y derivados. «El uso masivo y desmesurado o derivado de la exposición de las abejas a contaminantes industriales y de su pecoreo puede implicar riesgos en la población y, sobre todo, en la mujer», sostiene Ares Sacristán.

Y es que, tal y como comenta, la toxicidad de estos productos no se debe solo al plástico, sino a aditivos habituales en su fabricación, muchos de los cuales actúan como disruptores endocrinos de la fisiología femenina. «Esto quiere decir que son capaces de mimetizar el comportamiento de las hormonas, como, por ejemplo, las que controlan el desarrollo de los senos, pudiendo producir células cancerígenas, así como otros efectos en el desarrollo neuronal de los fetos, abortos espontáneos, etcétera».

En este punto, la profesora de la UVa resalta que la carencia de legislación sobre estos contaminantes en productos alimentarios es latente y, más aún, sobre la posible necesidad de establecer indicadores de género. Por ello, acaban de finalizar un trabajo centrado en la profundización en el conocimiento de la mujer y su relación con la seguridad alimentaria a través del análisis de la presencia de sustancias plásticas en productos de la colmena, cuyo consumo es recomendado por sus grandes propiedades bioactivas, pero a la vez pueden poner en riesgo de forma indirecta la salud de las mujeres y su descendencia matrilineal.

En su opinión, la investigación y la innovación en Castilla y León son «pilares fundamentales» en sectores clave como agroalimentación, automoción, aeronáutica, energías renovables, salud y biotecnología. De igual forma, la investigadora berciana celebra que la gran red de universidades públicas y privadas, centros tecnológicos y parques científicos son «clave» en la investigación e innovación en la Comunidad.

«Estas instituciones son esenciales para contribuir, junto con colaboraciones con empresas y organismos internacionales, al avance del conocimiento científico y al desarrollo tecnológico. Si no queremos envidiar y buscar diferencias con otras regiones, resulta fundamental, que, a pesar de los logros y esfuerzos, sigamos impulsando la innovación y la investigación. Además, la colaboración entre el sector público, el privado y la academia es esencial para superar desafíos y aprovechar al máximo las oportunidades de innovación», considera Ana María Ares Sacristán, que hace unas semanas recibió el Premio a la Mejor Profesora STEM.

En este punto, manifiesta que sin investigación no hay desarrollo de la sociedad, lo que implica una necesidad de mayor financiación, atracción y retención de talento con convocatorias propias, que refuercen la comunidad, aumenten la inversión en I+D+i y frenen la fuga de grandes científicos.

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