Diario de Castilla y León

Lluvia artificial contra la contaminación

Un investigador de la ULE estudia qué tamaños de gota son los más adecuados para limpiar mejor el ambiente, tanto interior como exterior / Utiliza León como banco de pruebas sobre los efectos de las precipitaciones

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Estibaliz Lera

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Es un fenómeno con una doble cara. Para los agricultores de cereales es una bendición semanas antes de recoger la cosecha, pero también puede ser una maldición, si descarga con mucha furia. Esa misma sensación de impotencia sienten algunos habitantes del planeta. Cuando llueve mucho, sus casas se destruyen y los diques de tierra se desbordan por las crecidas de los ríos. A las pérdidas materiales se suman las humanas. Y es que nunca lo hace a gusto de todos.

Estudiar sus entresijos es clave para conocerla mejor. Carlos del Blanco Alegre, doctor en Ciencia y Tecnología del Medio Ambiente e investigador del grupo ATMOSENV de la Universidad de León (ULE), estudió el lavado causado por la lluvia sobre los diferentes contaminantes atmosféricos, tanto gases como aerosoles. Y lo hizo en León. Utilizó esta tierra como banco de pruebas sobre los efectos de las precipitaciones ante diferentes contaminantes.

En este punto, recuerda que los aerosoles son partículas sólidas o líquidas presentes en suspensión en una masa de aire, excluyendo los hidrometeoros. El tamaño varía desde unos pocos nanómetros a decenas de micras (por ejemplo, un cabello humano presenta un diámetro cercano a los 80.000 nanómetros). «Este pequeño tamaño provoca que la mayoría de ellas sean invisibles al ojo humano y puedan alcanzar nuestros pulmones o el torrente sanguíneo. Por ejemplo, los virus o el polen son aerosoles atmosféricos, siendo de gran importancia en los últimos tiempos», detalla.

Al aire libre, el principal mecanismo de eliminación de los aerosoles es la lluvia; pero, según expone Del Blanco Alegre, muy pocas investigaciones han evaluado qué tamaños de gota de lluvia limpian de manera eficiente ciertos tamaños de partícula. En este caso, se ha observado que el lavado más eficaz es el provocado por gotas de lluvia de entre 1,25 y 3,5 milímetros de diámetro sobre tamaños de aerosol entre 70 y 300 nanómetros.

Además, al evaluar el lavado de diferentes tipos de polen, sostiene que se han observado diferencias entre ellos, lo cual permitirá mejorar los modelos de predicción disminuyendo el efecto de las alergias en la población. De igual forma, se ha visto una mayor limpieza por la lluvia en las emisiones procedentes de quema de biomasa que de combustibles fósiles.

En su opinión, este trabajo sobre diferentes tipos de partículas (carbono negro o bioaerosoles como el polen o virus) y sobre distintos tamaños de partícula es innovador, puesto que el análisis del lavado en condiciones reales, incluyendo datos de tamaños de gota de lluvia, no se ha realizado previamente.

Asimismo, el análisis de tamaños de gota que lavan más eficientemente ofrecerá la posibilidad en un futuro de aplicar metodologías para limpiar ambientes, tanto en interiores como exteriores. El investigador de la ULE pone como ejemplo la creación de lluvia artificial o a través de lanzadoras de lluvia en lo alto de edificios elevados, si bien puntualiza que este método tiene difícil aplicación en ciudades sin rascacielos. 

La principal ventaja a corto plazo es, a su parecer, la aplicación de los datos a modelos de calidad del aire y climáticos. Además, los resultados son aplicables a una posible medida correctora de la contaminación del aire, como la generación de lluvia artificial. A esto se añade que los estudios realizados sobre el lavado en diferentes tipos de polen tienen una aplicación directa en la predicción de la concentración de polen y, por lo tanto, se evitarán los efectos más graves de las alergias mediante avisos a la población.

Sin olvidar, matiza Carlos del Blanco Alegre que, aunque de manera más indirecta, en tiempos de pandemia como los actuales y con un ya probado contagio de virus por aerosoles, la aplicación de tecnologías de lavado en interiores con tamaños de gota como los propuestos, pueden evitar contagios. Cabe resaltar que los tamaños del coronavirus oscilan entre 80 y 200 nanómetros, dentro del rango de tamaños analizado en esta tesis.

Su aplicación en un futuro cercano es, tal y como indica, la modelización de diferentes contaminantes, tanto en calidad del aire como modelización climática. No hay que olvidar, subraya, que los aerosoles son una de las principales fuentes de incertidumbre en la estimación del cambio climático.

A más largo plazo, avanza que la aplicación de los resultados de este trabajo es la generación de lluvia artificial para limpiar ambientes muy contaminados. Sin embargo, insiste en que la mejor solución contra la contaminación del aire es no contaminar. Por ello, manifiesta que la reducción de las emisiones debe ser uno de los pilares de cualquier política de cara al futuro, evitando así la aplicación de medidas paliativas como las estudiadas.

Esta tesis surgió, según recuerda Del Blanco Alegre, debido a que la calidad del aire que respiramos es un problema global con una creciente problemática. «La calidad del aire empeora por la emisión de contaminantes, principalmente generados por el ser humano, como el tráfico, la quema de combustibles fósiles, así como las quemas de residuos, pudiendo ser todo ello agravado por las condiciones meteorológicas, principalmente situaciones anticiclónicas», considera.

En esta línea, apunta que la mala calidad del aire provoca problemas sanitarios en los grupos de población más sensibles, como enfermos pulmonares, niños y personas mayores; y a largo plazo produce graves problemas respiratorios –se estima que en Europa ocurren 400.000 muertes prematuras debido a la contaminación del aire al año–. Además, esta contaminación tiene consecuencias socioeconómicas, como, por ejemplo, restricciones al tráfico o prohibición de circulación a determinados vehículos. Por esta razón, señala que el estudio de posibles soluciones a esta problemática es fundamental.

Desde el punto de vista del proyecto de investigación, adelanta que el estudio en los próximos años se centrará en el análisis de bioaerosoles (aerosoles con un origen biológico como el polen, esporas, virus…) y el carbono negro, un contaminante básico en el clima. También se evaluarán las emisiones en función del origen: tráfico, quema de biomasa o quema de carbón –aún presente en León y en muchas zonas de Europa y Asia–. Por tanto, «el estudio de la variación de estos contaminantes con la lluvia permitirá desarrollar modelos de lavado de contaminantes aplicables a otras zonas del planeta», concluye. 

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