PERSONAJES ÚNICOS
La bióloga que extrae valor de los desechos
La investigadora berciana del Itacyl ha sido premiada por transformar el amoniaco de residuos ganaderos en fertilizante convencional / Esta tecnología puede recuperar el 98% del amoniaco, lo que permite resolver los problemas de excedentes de este gas en las explotaciones, con los consiguientes beneficios económicos y ambientales
El trabajo de su padre la convirtió en ovetense de nacimiento, pero ella se considera berciana. Toda su familia es de esta comarca leonesa, en concreto de Hornija, un pueblo cerca de Corullón, con el que, reconoce, tiene una gran relación y apego. María Cruz García González estudió Biología en León, ya que siempre le gustó esta carrera, sobre todo la microbiología relacionada con los procesos industriales.
Terminó en 1997 y, al año siguiente, le concedieron una beca predoctoral para realizar la tesis en el departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Valladolid. «Necesitaban un biólogo para trabajar sobre la eliminación simultánea de nitrógeno y fósforo en aguas residuales urbanas, así que mi tesis trata sobre bacterias acumuladoras de fósforo, nitrificantes y sobre la composición de los organismos implicados en los procesos de depuración» , detalla.
Durante su doctorado hizo una estancia de tres meses en el departamento de Microbiología de la Universidad de Agrotecnología y Ciencias Alimentarias de Wageningen, donde aprendió técnicas para el cultivo de microorganismos anaerobios. En 2003, tras leer la tesis, consiguió una beca de postdoctorado en el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), que llevaba asociado un año de estancia fuera de España. Así que en 2004 disfrutó de un posdoctorado de seis meses en el Silsoe Research Institute del Reino Unido, donde la berciana se especializó en el tratamiento aerobio de purines y otros residuos ganaderos, trabajando con los doctores Trevor Cumby y Colin H. Burton.
Ese mismo año también realizó una estancia posdoctoral de seis meses en el Coastal Plains Soil, Water and Plant Research Center del USDA-ARS de Estados Unidos, donde trabajó con los doctores Matias B. Vanotti y Ariel A. Szogi, especializándose en la gestión y tratamiento de residuos ganaderos y agroalimentarios, en concreto en la separación de sólidos del purín y en la recuperación de nutrientes de efluentes contaminantes. Con ambos doctores ha mantenido una especial relación de trabajo hasta la actualidad, colaborando en múltiples publicaciones. Más tarde, García González volvió a Estados Unidos para colaborar con el doctor Vanotti en el año 2006 y 2008 con estancias de un mes, y en 2015, con una estancia de dos meses.
En 2008 pasó a liderar la línea de Tratamiento de Residuos Ganaderos y de la Industria Agroalimentaria, en la que trabaja con cinco compañeras más, Berta Riaño, Beatriz Molinuevo, Isabel González, Berta Gil y Noemí Curto. «Somos un equipo fabuloso a las que nos gusta mucho nuestro trabajo», celebra.
Trabajan sobre todo con residuos ganaderos –purines, gallinaza y estiércol de vacuno–, y también con residuos agroalimentarios vegetales. Se centran en los tratamientos de dichos desechos, como son la digestión anaerobia, el compostaje y los tratamientos combinados para la reducción de materia orgánica, nitrógeno y fósforo . Desde hace algunos años cada paso que dan busca recuperar el nitrógeno y el fósforo en lugar de eliminarlos, ya que son elementos muy valiosos por su capacidad fertilizante.
El proyecto Life Manev, que finalizó en 2015, consistió en evaluar diferentes tipos de tratamientos de purines, desde tratamientos de digestión anaerobia para producir biogás, compostaje y tratamientos combinados para eliminar nitrógeno, con el fin de evaluar los rendimientos y los impactos de dichas tecnologías.
En los proyectos Poctep están trabajando en promover la tecnología de digestión anaerobia para producir biogás en pequeñas explotaciones ganaderas, porque, tal y como expone, con la generación del biogás se podrían abastecer de energía en un porcentaje importante . También están estudiando el comportamiento del digestado –que es el purín ya digerido– como fertilizante para su aplicación en cultivos de las regiones de España y Portugal socias de la iniciativa.
En la actualidad están inmersas en dos proyectos de financiación estatal, llamados Reval y Reval II, en los que la bióloga berciana es la coordinadora. En el proyecto Reval participan junto a otros centros de investigación españoles como son el Cicytex de Extremadura, el Imidra de Madrid, el Serida de Asturias, el Neiker del País Vasco, la Universidad Politécnica de Valencia y la Universidad de las Islas Baleares. Están tratando de revalorizar subproductos de fruta y verdura para obtener bioenergía, productos de alto valor añadido y biofumigantes . En su grupo se centran en obtener bioenergía a partir de estos productos (biogás y bioalcoholes).
Para continuar con la investigación este año se las ha concedido el proyecto Reval II, también financiado por la Agencia Estatal de Investigación, y en el que van a dar un paso más aplicando la biotecnología para valorizar los subproductos agroalimentarios como fuente de nutrientes renovables –nitrógeno y fósforo para fertilizantes–, ácidos grasos volátiles y polihidroxialcanoatos para la industria, así como la energía.
De igual forma, han tenido varios proyectos con fondos estatales en los que han trabajado en la búsqueda de nuevas materias primas para el alimento de peces en acuicultura, a través de la obtención de biomasa algal a partir del tratamiento de subproductos ganaderos.
El proyecto Life Ammonia Trapping es el resultado de varios años de colaboración con el doctor Vanotti. Consiste en utilizar las membranas permeables a los gases para capturar el 98% del amoniaco del purín y transformarlo en un fertilizante, de manera que recuperan el nitrógeno del purín como fertilizante y evitan emisiones de amoniaco a la atmósfera. Participan varios socios, el Itacyl, la Funge, la Universidad de Valladolid y las empresas Deporcyl, Enusa, La Cañada e Inderen. Dentro de esta iniciativa han llevado a escala piloto los conocimientos que habían adquirido en el laboratorio, y lo han probado en las granjas, así como en la planta de biogás para recuperar dicho nitrógeno amoniacal.
En su opinión, los jóvenes investigadores están teniendo muchas dificultades para encontrar un trabajo estable. «La anterior crisis recortó masivamente el presupuesto en investigación, de manera que las ofertas de trabajo para los jóvenes investigadores se redujeron mucho» , expone para, a renglón seguido, puntualizar que esta pandemia «viene a rematar» la situación. «Si en los últimos años hemos visto el éxodo de jóvenes investigadores hacia otros países, la situación no va a mejorar, sobre todo porque en los países receptores de investigadores españoles están sufriendo igual que nosotros la pandemia. En situaciones como la que estamos viviendo, la población y sobre todo los dirigentes políticos, tienen que darse cuenta de que la investigación es fundamental para tratar de salir de esta crisis, y recordarlo cuando la situación se normalice, es decir, que no se olviden de invertir en ciencia» , incide la berciana.
María Cruz García González, premiada por transformar el amoniaco de residuos ganaderos en fertilizante convencional por el Southeast Region of the Federal Laboratory Consortium de Estados Unidos, sostiene que la sociedad sí que premia la innovación y el talento, si bien, a su juicio, queda trabajo de divulgación por hacer. «A la innovación se llega después de años de investigación y desarrollo, ya que para obtener resultados hace falta tiempo y dinero. Sin embargo, la mayoría de la población no sabe cómo funcionan los mecanismos para hacer investigación, puesto que solo se ven los resultados finales. Esto hace que la investigación sea poco gratificante en ocasiones, y siempre poco recompensada económicamente» , subraya antes de agregar que los investigadores españoles hacen mucho con muy pocos recursos, y suplen esa falta de recursos con entusiasmo por el trabajo. Sin embargo, la berciana admite que todo tiene un límite. «Los salarios y el reconocimiento de los investigadores españoles están a años luz de nuestros colegas europeos y norteamericanos», concluye.