VALLADOLID
La mirilla con forma de casco que mejora la visión
Investigadores de la UVA y Lentitech firman un prototipo centrado en el ajuste de las lentes a las monturas de las gafas progresivas. Un ‘software’ registra la posición de los ejes de mirada. Por E. Lera
La vista con el paso de los años se cansa. Sufre cambios. Aunque tus ojos siempre hayan sido como los de un lince, llega un momento en el que necesitas gafas para leer. Las letras empiezan a bailar y los textos más sencillos se convierten en una tarea imposible. Es una realidad, necesitas ayuda para ver de cerca y a media distancia.
Ahora ponte en la piel de un miope. A su graduación que llega a la decena, se suma este particular movimiento donde nada parece quedarse en su sitio y donde los papeles se inundan de una niebla que conocen muy bien los que ya han cumplido los 40. Una situación tanto para unos como para otros que solo tiene un nombre: lentes progresivas.
El primer paso cuando alguien necesita unas gafas nuevas es ‘centrar’ las lentes en la montura para que el ojo ‘mire’ por la zona correcta de la lente. Para hacerlo se realizan una serie de medidas relacionadas con la posición del centro de las pupilas. Este procedimiento es el más común cuando no hay grandes diferencias de graduación o la graduación es pequeña. La situación cambia para los miopes con graduaciones altas o con multifocales para corregir su vista cansada.
En este punto, investigadores del grupo de Optometría del IOBA de la Universidad de Valladolid (UVA) y la empresa Lentitech firman un prototipo centrado en el ajuste de las lentes a las monturas de las gafas progresivas. Para conseguir esta innovación, se apuesta por identificar la ubicación real de la zona de mirada del ojo, es decir, la línea exacta por la que los ojos identifican un objeto concreto , que raramente coincide con el centro de la pupila como se viene asumiendo.
Sin embargo, no existe ningún método sencillo que permita medir el eje de mirada de manera no invasiva y práctica. Por ese motivo, este equipo ha trabajado en el desarrollo y validación de una nueva herramienta que posibilite la medición de la posición de forma automática.
«El prototipo incorpora un sistema de doble rendija que actúa a modo de mirilla de manera que es posible detectar la ubicación del punto con el que cada persona está identificando un objeto concreto con la zona de mejor visión del ojo, denominada fovéola, que está situada en la retina» , detalla Óscar García, estudiante de doctorado de Ciencias de la Visión de la UVA. Así, al realizar la medida, se registra la posición de los ejes de mirada mediante un software que recoge los datos en una aplicación conectada al prototipo sin cables.
Habitualmente, todas las personas necesitan un periodo de adaptación en el momento en el que cambian de graduación, e incluso de montura, pero en el caso del uso de lentes progresivas se estima que esta etapa puede durar desde una semana hasta un mes. Durante este tiempo, es probable que los usuarios noten cierta sensación de mareo, dolores de cabeza y dificultades para enfocar los textos en visión cercana y distancia intermedia. En ocasiones, algunas personas experimentan distorsión en las formas de los objetos y gran dificultad para leer o visualizar la pantalla del ordenador.
Debido a estos inconvenientes, no llegan a adaptarse a este tipo de lentes y aunque no hay estadísticas fiables, se estima que 1 de cada 10 personas que intenta usar lentes progresivas no consigue adaptarse a las mismas porque los problemas persisten en el tiempo haciendo que su uso no sea confortable. Es importante señalar, dice, que existen numerosas causas que pueden provocar estos problemas, desde errores en la graduación hasta una mala posición o centrado de la lente o una montura inadecuada –demasiado grande, pequeña o curvada, por ejemplo–. Por lo tanto, es «fundamental» ponerse en manos de profesionales que realicen una refracción correcta, un centrado adecuado y una buena orientación en el tipo y forma de la montura.
¿Cómo funciona? Los profesores Raúl Martín e Irene Sánchez explican que se trata de un dispositivo integrado en un casco que se ajusta a la cabeza del usuario colocando delante de sus ojos unas rendijas que se alinean, desplazando primero la rendija vertical y, más tarde, la horizontal hasta conseguir que observe el estímulo indicado –por norma general, un punto luminoso o una letra situado a la distancia, lejos o cerca, elegida en función de la medida–, de manera que el objeto se mantenga centrado entre ambas rendijas.
«En ese momento, el software registra la medida que define la posición del eje de mirada. Este proceso se realiza para ambos ojos por separado y después se comprueba para garantizar su robustez y fiabilidad».
Las ventajas son «bastantes», entre ellas, mide la ubicación del eje de mirada real de los dos ojos de cada persona; no se basa en aproximaciones geométricas o teóricas, sino en medidas reales; mejora el centrado de las lentes progresivas tanto para la zona de lejos como para la de cerca; identifica aspectos funcionales del sistema visual, como el impacto de la coordinación de los ojos entre sí, para personalizar la zona de mirada en visión próxima; perfecciona las medidas en comparación con los sistemas actuales –«menos precisos y no validados clínicamente»–; realiza las mediciones de forma semiautomática minimizando el impacto de la habilidad del examinador, y lleva a cabo una personalización real de las lentes multifocales para corregir la vista cansada o presbicia de acuerdo a las características de cada persona.
En este sentido, García presume de que el prototipo soluciona «de forma ingeniosa y sencilla» un problema clásico de óptica fisiológica al emplear la base de óptica paraxial para identificar la posición el punto del eje de mirada, lo que requiere el cruce de dos mirillas la vertical y la horizontal. Sin embargo, una vez localizado el eje de mirada es necesario conocer su ubicación y para lograrlo se ha diseñado y calculado la posición, anchura, tamaño y movimiento de las mirillas, que son controladas mediante un software de manera que se registra la disposición de la medida en una aplicación sin necesidad de cables ni procedimientos complicados o molestos.
«El prototipo incorpora sensores de distancia, posición y se conecta con una tablet para el registro de las medidas clínicas que permiten la fabricación de las lentes de forma personalizada», subrayan Martín y Sánchez.
Este proyecto pionero se alzó con uno de los premios Prometeo, lo que, en opinión de García, ha supuesto «una gran oportunidad» para formarse y aprender como recién egresado de la Universidad de Valladolid en un ámbito distinto al abordado durante el grado y el máster.