SANIDAD
Castilla y León presenta uno de los «riesgos más elevados» por infecciones de superbacterias
Un estudio en el que participan 15 hospitales de la región revela una carga de enfermedades infecciosas «mayor de lo esperado» en España, donde se registraron más de 24.000 muertes en 2023

Los médicos José Miguel Cisneros y José Guerra Laso
Staphylococcus aureus, Enterococcus, Escherichia coli, Klebsiella pneumonia... Nombres de superbacterias surgidos desde las raíces científicas y que, como buenos trabalenguas, van desarrollando cada vez mayor complejidad entre el campo investigador por su alta resistencia a los antibióticos, lo que dificulta el tratamiento eficaz de las infecciones que provocan esas cuatro bacterias. Junto a otros seis microorganismos multirresistentes (MDR), un pionero estudio llevado a cabo en 130 hospitales españoles, 15 de ellos de Castilla y León, revela que su carga de enfermedad es «significativamente mayor de lo esperado» en nuestro país, donde en 2023 más de 24.000 personas fallecieron 30 días después de ser diagnosticadas con infecciones por MDR en 2023. Y los pronósticos son dramáticos en la población envejecida, lo que eleva el «riesgo» en Castilla y León al tener el segundo porcentaje más alto de habitantes con 65 y más años, concretamente un 26,7%.
«Son datos muy preocupantes», admite José Miguel Cisneros, jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Virgen del Rocío (Sevilla) y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), que lidera el estudio. La «magnitud» de sus palabras las justifica con una sencilla comparación: 1.806 personas fallecieron en 2023 en siniestros de tráfico y 24.582 murieron por infecciones por MDR.

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Estos resultados son los que se vislumbran en la revista The Lancet Regional Health-Europe, con un estudio pionero donde Cisneros es uno de los investigadores principales y con alta representatividad nacional, alcanzando el 40% de las camas hospitalarias del país, con 82, 133 y 130 centros participantes en 2018, 2019 y 2023, respectivamente. «Es el estudio más importante realizado hasta ahora en España sobre la carga sanitaria que representan las infecciones por bacterias multirresistentes», afirma en declaraciones a este periódico.
Esas palabras son suscritos por el doctor José Manuel Guerra Laso, del Complejo Asistencial de León y participante del estudio. «Este trabajo lo que permite es hacer un punto de corte e intentar, con los datos que sacan, hacer una extrapolación a lo que sería la perspectiva general», explica. Por tanto, durante tres años él, junto a su equipo de trabajo, al igual que otros 300 clínicos y microbiólogos han tenido revisar en 30 días todos los casos que haya de infecciones por MDR de los diez patógenos multirresistentes indicados. «Lo que hacíamos era ver qué incidencia había, qué tipo de paciente cuantos eran, edad, estancia. Y también la mortalidad, que da una idea muy buena de la realidad del problema», expresa.
Al respecto, el informe muestra las diferencias entre los análisis de Sanidad, el SEIMC y otros organismos internacionales: «La carga acumulada de RAM en España, estimada en este estudio, es muy elevada. Según estas proyecciones, en 2023 se habrían diagnosticado infecciones por MDR en torno a 170.000 personas, de las que 24.000 habrían muerto en los 30 días siguientes al diagnóstico de la infección, lo que provocaría casi 200.000 años de vida perdidos (AVP). Estas cifras son significativamente superiores a las estimadas para 2015 por el Ministerio de Sanidad español (3058 muertes) y por el ECDC (41.345 casos y 1.899 muertes), así como por el estudio de la Región Europea de la OMS (6.220 muertes para 2019)».
En un desglose de esas cifras, los resultados se centran en infecciones por MDR en pacientes hospitalizados, por lo que no se incluye las enfermedades infecciosas generadas en ambulatorios, residenias de ancianos y otros entornos no hospitalarios, que elevarían el número de muertes. Además, se observa que la infección del tracto urinario es la más frecuente (42,7%), y que Escherichia coli productora de BLEE es la MDR más frecuente (25,8%) en las infecciones de pacientes hospitalizados en España, cuya incidencia fue mayor en mujeres (32,1%), mientras que la mayor incidencia en hombre correspondió a MDR-PA (10,4%).
Recopilados datos durante 30 días desde el diagnóstico de una enfermedad infecciosa por MDR, se estima que la mortalidad general fue alta (14,9-18,9%). «La mortalidad fue más alta en pacientes con neumonía (31,3%) y en infecciones causadas por MDR-AB (35,7%), CPE-Otros (23,9%), ESBL-Otros (19,7%) y CR-KP (18,6%)», detalla el informe.
No obstante, las cifras serían mucho superiores si el estudio, por ejemplo, si en vez de haberse realizado en mayo hubiera sido durante la epidemia de gripe que destaca entre de otoño a invierno. Y si si extrapolan los datos a todo un año y a todos los hospitales, aún peor.
Sin embargo, con este estudio se pretende marcar un punto de inflexión en la Sanidad «para concienciar sobre este problema a los profesionales sanitarios, los medios de comunicación, los ciudadanos y las autoridades sanitarias». Lo cual es suscrito por Guerra Laso: «Resolver esto no es fácil y hace falta una política global en la que se implique todo el mundo, incluidas las administraciones, que tienen un papel fundamental en esto. Todo, claro, necesita recursos, recursos importantes para poder abordarlo».
Si desde principios del siglo XXI se considera en el mundo investigador hay una «alarma» con el problema de las multirresistencias, esta amenaza para la salud ya fue abordado por el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas cuando en 2014 se aprobó el Plan Nacional de Resistencia a Antibióticos con el objetivo de reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencia a los antibióticos.
Al respecto, la ministra Mónica García defendió el proyecto en la ONU el pasado mes de septiembre, revelando que con «la implementación de estas medidas hemos logrado reducir significativamente el uso de antimicrobianos hasta un 13% en salud humana y un 70% en sanidad animal». Pero los resultados del estudio del SEIMC demuestran las medidas aplicadas por el Ministerio de Sanidad son «insuficientes y se deben intensificar y priorizar los recursos necesarios para ello», considera José Miguel Cisneros.
Lo mismo opina Guerra Laso, que considera que existe una «concienciación muy irregular» al margen de los profesionales sanitarios. «Hay otros grupos en los que les toca un poco más de lejos y no están tan concienciados. Yo creo que todo el mundo tiene una idea más o menos aproximada, pero no todo el mundo tiene una idea tan real del esfuerzo que va a suponer», advierte.
Alerta en Castilla y León
De hecho, las amenazas para la salud apuntan a la población de mayor edad al ser 75 años la mediana de edad de los pacientes con infección por MDR. El envejecimiento se convierte, entonces, en uno de los mayores riesgos con muertes relacionadas con la resistencia a los antimicrobianos, explica José Miguel Cisneros. «En los ancianos confluyen más factores de riesgo para desarrollar estas infecciones por bacterias multirresistentes y su pronóstico es peor», explica.
En Castilla y León, donde la población mayor de 64 años duplica a los menores de 16, puede incidir con mayor gravedad. «En este territorio el riesgo de estas infecciones es más elevado y las medidas de control más necesarias».
«Cuanto más mayores seamos, cuantos más centros sanitarios y sociosanitarios tengamos, cuantas más instancias prolongadas, más riesgo. Ese tipo de población tiene más riesgo», reafirma Guerra Laso.
Como si se tratase de una pandemia silenciosa, este estudio puede ser el que despierta las reacciones de las instituciones para abordar la realidad de las superbacterias. Es por ello que tanto Cisneros como Guerra Laso coinciden en nombras diversas medidas como la «prevención», desde el nivel de vacunación, especialmente contra la gripe; el seguimiento de «medidas higiénicas»; hasta la «intensificación» de los programas de prevención y control de las infecciones adquiridas en los hospitales.
Por otro lado, ambos remites a una mejora en el uso de los antibióticos con los PROA (Programas de Optimización de Antimicrobianos), tanto en hospitales, como en Atención Primaria y en las residencias de ancianos. «Es mala práctica que vayan por separado como sucede en la actualidad en muchos centros», considera Cisneros, mientras que Guerra Laso considera que todavía se pueden lograr «mejoras» en estos programas, aunque reconoce que hay «un esfuerzo a nivel nacional y también a nivel de Castilla y León por mejorar todo esto».
Y, por último, «mediante la investigación para desarrollar nuevos antibióticoas y para mejorar los que disponemos» y con la creación de una especialidad de enfermedades infecciosas, «porque los médicos especialistas de las infecciones por bacterias multirresistentes y de los antibióticos son los infectólogos y España es el único país de Europa que aún no ha aprobado esta especialidad».
En esta línea, Guerra Laso añade el correcto uso de los antibióticos, desde aquel que maneja infecciones hasta aquel que recibe ese tratamiento: «Cuando aparece un microorganismo multirresistente, es muy fácil que se transmita y es difícil eliminar. Cuanto mejor usas los antibióticos, es decir, cuantos haces una prescripción adecuada y solo lo necesario y durante el tiempo necesario, y sobre todo, antibióticos, no de amplio espectro, sino del espectro adecuado para resolver el problema infeccioso de cada paciente, pues mejor salen las cosas. Resolver esto no es fácil y hace falta una política global en la que se implique todo el mundo, incluidas las administraciones, que tienen un papel fundamental en esto». Si no es así, se podría llegar a un un escenario «preantibiótico», en el que ningún tratamiento sería efectivo.
Mientras tanto el reloj de arena descuenta sus granos hasta llegar a 2025, año al que se podría llegar con 92 millones de muertes por resistencia a los antimicrobianos en todo el mundo. Un desafío para la salud que ahora se debe responder con estrategias que reduzcan el riesgo de infecciones.