Diario de Castilla y León

Las Luminarias avivan la bendición de San Bartolomé de Pinares en Ávila

El viento complicó el ambiente y el humo dejó sin visibilidad a jinetes y espectadores cuando el fuego comenzaba a hacerse más intenso

En la víspera de San Antón, San Bartolomé de Pinares en Ávila vive la tradicional celebración de las Luminarias. -ICAL

En la víspera de San Antón, San Bartolomé de Pinares en Ávila vive la tradicional celebración de las Luminarias. -ICAL

Publicado por
Redacción
Valladolid

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El fuego y el humo como elemento purificador de los caballos volvieron anoche a la localidad abulense de San Bartolomé de Pinares , en la tradicional fiesta de las Luminarias . La noche del 16 de enero se celebran las fiestas en honor a San Antonio Abad , que es patrón de los animales, previa a San Antón, el día 17. Cuando cae el sol, varias hogueras de gran tamaño salpican las calles empinadas y estrechas de este municipio de Ávila, que se prenden con ramaje y piornos , y que varias personas se encargan de avivar constantemente e incluso echarles cubos de agua para provocar más humo purificador.

Tras la bendición sobre las 21.00 horas, comenzó el desfile de las decenas y decenas de jinetes que siguieron a la música del tamboril, para después dar paso al inicio de un recorrido repetitivo por las callejuelas, donde los jinetes montados a caballo pasaron, como cada año, al lado de las hogueras y atravesaron el humo para purificar a sus caballos. Otros, como es habitual y tradición, pasaron por encima de las brasas a paso rápido o saltando la hoguera , con el consiguiente espectáculo visual que supone, y que cada año atrae a fotógrafos venidos de todo el mundo, según informa Europa Press.

El viento de la pasada noche deslució algo las fotografías y el ambiente, ya que en muchas ocasiones el humo inundó las calles dejando sin visibilidad a jinetes y espectadores cuando se avivaba el fuego , aunque las rachas en distintas direcciones despejaban a intervalos el ambiente, y permitieron disfrutar de esta fiesta que, al ir finalizando, la cerró también la lluvia.

La tradición, cuentan, se remonta al siglo XVIII, cuando, tras una epidemia que mermó la población equina, se decidió proteger a los caballos que quedaban aún vivos mediante un ritual purificador con el fuego como protagonista. Actualmente se siguen utilizando estos dos elementos, el humo y las llamas, como elementos purificadores, para pedir al santo que dé salud a los caballos y evite las enfermedades durante el año.

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