Diario de Castilla y León

La Magdalena en León pide la expulsión su párroco: "Cretino, antipático y desagradable"

El obispo de León traslada su "plena confianza" al sacerdote José Riesgo y asegura que no habrá medidas disciplinarias

Concentración ante la iglesia de La Magdalena.- ICAL

Concentración ante la iglesia de La Magdalena.- ICAL

Publicado por
Redacción
Valladolid

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Varios vecinos de La Magdalena, perteneciente al término municipal de Soto y Amío, se concentraron este martes ante la iglesia de la localidad leonesa para pedir la expulsión de su párroco, José Riesco, al que la alcaldesa calificó de “el peor sacerdote y la persona menos empática” , así como “antipático, desagradable y un cretino” que hace que “la gente se aleje de la iglesia”.

Esta concentración se convoca una semana después del funeral de un joven de 24 años, Ángel, fallecido en un accidente de tráfico. Tras la celebración eclesiástica, cuando el párroco ya había dado la bendición, un familiar del joven habló con Riesco para comentarle que la madre y la novia del fallecido querían decir unas palabras, a lo que el sacerdote se negó.

Según explicó la alcaldesa, la novia de Ángel, sin subirse al púlpito y sin micrófono, “dijo lo que le quería decir a su novio, al que no iba a volver a ver” y se produjo un aplauso. En ese momento, “el párroco cortó todo y dijo que no dejaba hablar más a nadie, ni a su madre ni a su padre” .

Ana Arias intentó mediar con el párroco al que trató de cuestionarle “por qué montaba todo ese lío” en una situación de “mucha rabia y dolor por la partida de Ángel”, además de alegar que “en todos los entierros, otros sacerdotes piden a las familias que suban y agradezcan a los presentes” . “No quiero entierros protestantes”, fue la respuesta de José Riesgo, quien insistió en que “la homilía era de él”, de forma que allí se hacía “lo que él decía”. Sin embargo, la situación no terminó ahí, ya que según el relato de la regidora, un tío del fallecido se acercó al párroco para decirle que tenía que acompañar al féretro, pero él consideró que “no tenía que salir a nada”.

Ana Arias aseguró además que “no es la primera vez” que el párroco protagoniza una situación similar, aunque la diferencia fue que en esta ocasión, los presentes “estaban todos más calientes” porque “no es lo mismo estar en el entierro de una persona de 80 años, que no remueve por dentro igual que una persona tan joven que tenía toda la vida por delante”.

Tras producirse esta situación, el pasado 7 de diciembre se inició una recogida de firmas a través de la plataforma Change.org para pedir la expulsión del párroco de La Magdalena, José Riesco, que hasta ahora ya lleva recabadas 2.745. Además, la alcaldesa de Soto y Amío ha solicitado una reunión con el obispo de León, Luis Ángel de las Heras, para exponerle la situación real frente a “las mentiras del párroco”.

Por su parte, el obispo de León, Luis Ángel de las Heras, trasladó su “plena confianza” en el trabajo del párroco de la localidad de La Magdalena , José Riesco, y aseguró que no va a haber medidas disciplinarias tras lo sucedido el pasado miércoles en el funeral de un joven de 24 años fallecido en un accidente de tráfico.

Así lo informaron fuentes de la Diócesis de León a la Agencia de Noticias Ical, al tiempo que afirmaron que hasta última hora de la noche de ayer no se había producido ninguna petición de reunión con el obispo para abordar la cuestión.

Según su testimonio, Riesco llegó a la iglesia 30 minutos antes de la hora prevista para celebrar la misa funeral y preparar todas las cosas y, al comenzar la homilía, “con el fin de empatizar con los familiares y amigos del difunto en un momento de especial sensibilidad por las circunstancias en las que había fallecido y su juventud”, dijo que se trataba de “una de las ocasiones en las que uno no querría tener que predicar”.

Fue entonces, de acuerdo al relato del párroco, cuando “varias personas se levantaron con la intención de hablar”, mientras que él les indicó que “no era el momento para hacerlo”, ya que “la homilía debe hacerla el ministro ordenado según las normas litúrgicas”. Al final del funeral, “la novia del difunto se acercó a un micrófono junto al altar mayor y dirigió a los asistentes las palabras que ella creyó oportunas durante el tiempo que quiso sin que el párroco, que permaneció junto al altar durante la alocución, se lo impidiera en ningún momento”.

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