El abandono temprano de la educación en Castilla cae a la mitad en 20 años
El 12,4% de los jóvenes de la Comunidad de entre 18 y 25 años deja los estudios, un punto por debajo de la media nacional / Con la pandemia bajaron los índices después de tres años de ligero incremento
La preparación académica no suele terminar con el graduado en Educación Obligatoria, concienciados cada vez más los estudiantes de la necesidad de contar con una buena formación para acceder en mejores condiciones al mercado laboral. De ahí que las tasas de abandono temprano de la educación hayan experimentado una evolución favorable en los últimos años, hasta situarse en la actualidad en la Comunidad en un 12,4% , frente al 23% que se registraba hace dos décadas.
Ese índice del 12,4% posiciona a Castilla y León como una de las autonomías con menor porcentaje de jóvenes de entre 18 y 24 años que no se matricula en ningún tipo de formación cuando finaliza la etapa obligatoria en el instituto, con datos mejores sólo en País Vasco –que encabeza el ranking con apenas un 4,8%–, Cantabria, Galicia, Navarra, Madrid, Asturias y Canarias; y con Aragón en los mismos indicadores que aquí, según la información albergada en la web del Ministerio de Educación.
En el lado opuesto del listado, Andalucía destaca por ser el territorio con mayor proporción de abandono educativo temprano, con un 17,7% de jóvenes que ‘cuelgan la mochila’ antes de cumplir los 25 años, junto con Murcia, Castilla La Mancha, Islas Baleares, Cataluña, Extremadura, La Rioja y Comunidad Valenciana.
Así, la media en el conjunto del país se concreta en un 13,3% de jóvenes que dejan sus estudios de manera prematura sin haber cumplido los 25, por lo que Castilla y León se posiciona un punto por debajo de esa referencia.
Los reducidos (aunque mejorables) datos actuales contrastan con los elevados indicativos registrados hace veinte años, con una media en España que rozaba el 31% y datos tan significativos como el de Baleares, donde en el año 2002 cuatro de cada diez jóvenes decidía cerrar pronto los libros y no seguir preparándose. Así que en el global nacional la evolución en positivo resulta relevante.
A tenor de los cambios experimentados en dos décadas , Castilla y León no es una comunidad que destaque por registrar un contraste tan acusado como sí ocurre en otras autonomías, pero esto no se debe tanto al hecho de que no haya rebajado los indicadores, sino a que partía de una mejor posición de base. En todo caso, ha recortado diez puntos en estas dos últimas décadas. Si antes el 23% dejaba de estudiar, como mucho, con 24 años, ahora esa situación se ha rebajado a la mitad .
Las causas son varias, según valoran los representantes sindicales del sector educativo en la región, entre ellas el cambio del modelo familiar , con progenitores cada vez más preparados que animan a sus hijos a continuar, o las propias características culturales de cada territorio, con menores tasas de abandono en las comunidades norteñas, en general, y más elevadas en el resto. Entre otras cosas, porque en la zona sur tradicionalmente hay más empleo en el sector de hostelería y, al haber más movimiento laboral, las personas se ‘lanzan’ antes al mercado, valoró la responsable de enseñanza de CCOO en Castilla y León, Elena Calderón.
«En los lugares donde hay más trabajo y en las épocas en las que hay más trabajo, la gente deja antes de formarse», recalcó la portavoz educativa del sindicato para explicar la evolución a lo largo de ese periodo, teniendo en cuenta que existen diferencias culturales entre unas comunidades autónomas y otras.
Las fluctuaciones se observan, destacó Calderón, sobre todo en épocas de crisis . Baste comprobar que en la reciente del Covid , el abandono temprano se ha desplomado después de tres años de crecimiento en Castilla y León. Los ligeros incrementos registrados desde 2018 experimentaron un brusco cambio de tendencia coincidiendo con el estallido de la pandemia y, si en 2020 el índice de jóvenes que no continuaban sus estudios representaba el 15,4%, el año pasado –el último actualizado por el Ministerio–, el indicador cayó tres puntos , hasta el 12,4% ya mencionado.
Oscilaciones similares se observan en la autonomía en la crisis de la burbuja inmobiliaria , con tasas de abandono escolar en jóvenes de entre 18 y 24 años que llegó al 27% en 2009 pero que de repente retrocedieron casi cuatro puntos, para luego volver a la referencia anterior antes de experimentar el retroceso definitivo que marcó una tendencia en caída, con fluctuaciones poco acusadas.
« En épocas de crisis disminuye mucho el abandono porque no hay trabajo y la gente vuelve a estudiar; por un lado es positivo, porque supone que hay más personas formándose, pero también indica que hay dificultades para encontrar un empleo», añadió Elena Calderón.
También la responsable del sector de enseñanza de UGT Castilla y León, Beatriz García, consideró que las crisis son épocas en las que se constatan cambios y, en el caso de la del Covid, reflexionó que la disminución del abandono educativo temprano registrado en la Comunidad está relacionada con la disminución de ratios de alumnos por aula gracias a la contratación de más profesorado en la pandemia.
« El trato con los estudiantes ha sido más individualizado y los profesores han podido estar pendientes de necesidades específicas que no resulta posible atender de la misma manera cuando los grupos son muy grandes», valoró García sobre la posibilidad que han tenido los profesores de «enganchar a alumnos» que quizá se habían planteado no continuar estudiando pero que, gracias a la relación más cercana con sus tutores, «se han animado» y han comprendido que «la formación es necesaria».
Otro factor que ha influido en la rebaja de la tasa de abandono a lo largo de estas dos décadas, a juicio de las representantes sindicales consultadas, es el crecimiento de la formación profesional , aunque con matices. Para García, el aumento de la oferta de ciclos, unido a un «cambio de mentalidad» hasta gozar de una mejor consideración social, ha contribuido a alargar la vida como estudiantes de los jóvenes.
Una situación de la que se han beneficiado, sobre todo, las áreas rurales, pues la implantación de ciclos en institutos ubicados en pueblos y no sólo en las capitales, ha facilitado que los jóvenes del medio rural que no quieren desplazarse a las ciudades, puedan quedarse en sus comarcas para continuar sus estudios, consideró la portavoz del sector de educación de UGT.
Su homóloga en CCOO también valoró de forma positiva el crecimiento de la FP, pues en la actualidad cualquier oficio necesita una acreditación formativa –«ya no vale decir ‘soy carpintero porque me lo enseñó mi abuelo’», explicó Calderón de forma gráfica–, pero consideró que no hay tejido empresarial suficiente en Castilla y León para garantizar que en los ciclos se impartan prácticas laborales en empresas. Por eso, calcula que el 30% de los jóvenes castellanos y leoneses que se matriculan en un ciclo, lo hacen fuera de aquí, sobre todo en Madrid, «que está actuando como un sumidero».
Aunque aún haya margen para mejoras, lo cierto es que cada vez son menos los jóvenes que dejan de formarse a una edad temprana, como evidencia también el hecho de que un alto índice de alumnado se gradúe en Secundaria y después en Bachillerato.
En el primer caso, el porcentaje en Castilla y León llega al 86,2% –es la séptima comunidad en orden de importancia y está dos puntos por encima de la media nacional– y, en el segundo, se concreta en el 67,2% –en este caso ocupa el quinto puesto y está seis puntos por encima de la referencia del país–, según los datos del Ministerio, en Castilla y León.
Otro dato que certifica que los jóvenes están más concienciados de la necesidad de no dejar los estudios de una forma prematura se refleja en el brusco descenso de los ‘ni-ni’ en la última década . Aquella denominación que se hizo famosa para referirse a los chavales que ni estudiaban ni trabajaban abarcaba un 18% de población joven de Castilla y León hace diez años, y ahora se ha reducido al 11,6%.
Según esta referencia más actual, la de 2021, la Comunidad ocupa la séptima posición en el conjunto del país respecto a menor porcentaje de ‘ni-ni’ entre la población de entre 15 y 29 años, con datos sólo más bajos en Cantabria, Aragón, País Vasco, Galicia, Madrid y La Rioja. La media nacional se sitúa en el 14,1%, por lo que la autonomía está dos puntos y medio por debajo.
El 63% de quienes dejan los estudios son hombres
El porcentaje de jóvenes que se sale de forma temprana del ‘camino’ educativo es muy diferente si se tiene en cuenta si son hombres o mujeres. En el caso concreto de Castilla y León, el 63,2% corresponde con varones y el 36,8%, con féminas , según se desprende de los informes del Ministerio. Casi el doble. Un dato muy dispar que se repite, en términos más o menos acusados, en todas las comunidades.
La única autonomía que rompe este escenario es País Vasco , donde el 49% de las personas que dejan los estudios antes de haber cumplido los 25 años son chicos y el 51%, chicas. En Cantabria y La Rioja la balanza también está más equilibrada, aunque con mayor peso en el lado de los varones, mientras que Canarias soporta la diferencia más abismal, con un 73,7% de hombres frente a un 26,3% de mujeres.
Esta situación, a juicio de la responsable de enseñanza de CCOO en Castilla y León, Elena Calderón, refleja que las mujeres tienen más dificultades para acceder al mercado laboral y, por eso, dedican más tiempo a seguir formándose. «Ellas no abandonan porque no encuentran salidas» , sostuvo rotunda.
A lo largo de la última década este escenario apenas ha sufrido variaciones en Castilla y León, pues en 2012 los hombres representaban un 65,8% de los jóvenes que abandonaban pronto el sistema educativo, y las mujeres se cifraban en el 34,2%.