Latidos del Camino, una llamada que cambió una vida
La húngara sor Erika vino a España a realizar el Camino y al pasar por la localidad palentina de Carrión de los Condes surgió su vocación hospitalaria y lo dejó todo
“Al tercer año de hacer el Camino busqué cómo las hermanas hacían la acogida. En la puerta de este albergue. Por eso este lugar es teofánico para mi. Aquí recibí una llamada que me cambió la vida”. La monja húngara sor Erika pertenece a la congregación del Monasterio de la Conversión , ubicado en Sotillo de la Adrada (Ávila). Sus hermanas se turnan cada cierto tiempo para atender el albergue de Santa María del Camino, en Carrión de los Condes (Palencia) , construido en 1993 en las antiguas dependencias de una casa parroquial, informa Ical.
Junto a monjas polacas y holandesas, entre otras nacionalidades, Erika dirige un espacio que “acoge a los peregrinos en nombre de Jesús”, un lugar en que “se sientan en casa y donde todos los detalles hablen del amor de Dios hacia ellos, del cuidado”. Tras hacer el Camino, se dio cuenta de su vocación hospitalaria y religiosa . Lo dejó todo por servir a los peregrinos en nombre de Cristo. Y eligió Carrión.
Ahora, los “pequeños gestos” que hacen las hermanas tienen “trasfondo bíblico”, como a la entrada, donde se les ofrece a los peregrinos un vaso de té o agua . Pero durante el día también comparten con los caminantes la mesa de la cena. “Les damos la bendición, que también es signo del cuidado del Señor, y les acompañamos en la oración”, glosa Erika, quien asegura que se siente “muy identificada con este albergue”.
Ella fue peregrina y hospitalera en distintos albergues y reconoce que esa experiencia la marcó. “De algún modo, surge en muchos de nosotros el deseo de devolver al Camino lo que hemos recibido. Eso también es ser peregrino. Yo sentí que había que ofrecer esta experiencia, que fue muy fuerte, la peregrinación, posibilitar que otros lo pudieran tener”, resume.