Osos en celo: ¿por qué el macho ataca a la hembra?
El objetivo de los osos es matar a las crías que acompañan a las osas, si no son suyas, para que estas entren en celo y se reproduzcan con ellos / Las osas las defienden como ocurrió con los dos despeñados en la Montaña Palentina
Los machos buscan deshacerse de las crías que acompañan a las osas, si no son suyas, para que estas entren en celo y se reproduzcan con ellos. Pero se topan con la resistencia y protección de las madres, que las defienden, tal y como sucedió este lunes con los dos plantígrados despeñados en la Montaña Palentina .
Mayo y junio son los dos meses del año más críticos para la vida los pequeños oseznos, periodos en los que se registran los mayores índices de infanticidios y que, a su vez, constituyen en el calendario la época de celo de los osos pardos. Lo que comienza como una inocente salida al calor de la luz exterior junto a sus madres puede convertirse en un riesgo para su supervivencia.
Los machos, guiados por su instinto reproductivo, inician la búsqueda de una hembra con la que tener descendencia por lo que la presencia de una cría de esbardo puede resultar un inconveniente para alcanzar su meta. Esta es la razón por la que intentan acabar con la vida de los oseznos, momento en el que, si logra su propósito, la hembra vuelve a entrar en celo, tal y como explica el biólogo Fernando Ballesteros, coordinador de proyectos de la Fundación Oso Pardo.
El macho tiene por objetivo "maximizar su descendencia genética", señala Ballesteros. Esta estrategia, que analizada desde una visión humana puede resultar trágica, se trata, en realidad, de un plan "provechoso" para los machos. "No hay que mirarlo con un prisma humanizado, si no la evolución pura y dura", explica Ballesteros.
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El resto de los meses la tendencia es una menor mortalidad en los oseznos. Son "muy pocas las causas de muerte que les puedan afectar", asegura Ballesteros. Fundamentalmente los cachorros tienen otras causas de mortalidad, como despeñarse por accidente. El experto cuenta que, en ocasiones, de forma extraordinaria, hay casos de celo en agosto o septiembre, un fenómeno que corresponde a la llamada "plasticidad de los osos", es decir, cambios en sus comportamientos habituales para adaptarse ciertas circunstancias. Los pequeños plantígrados nacen en enero y permanecen en la osera hasta mayo en un momento en el que son vulnerables. Las osas de la Cordillera Cantábrica, tal y como detalla Ballesteros, dan a luz de media dos oseznos.
La hembra también juega sus cartas en este asunto. Usa "contra-estrategias" para evitar que sus pequeños plantígrados corran el riesgo de ser atacados por estos esbardos, como, por ejemplo, retirarse a lugares totalmente escarpados o de difícil acceso, zonas en las que, por lo general, "la probabilidad de encontrarse con un macho sea pequeña". Otra de sus opciones es desplazarse a lugares próximos a asentamientos humanos donde tampoco suelen merodear los osos pardos.
Cuando se trata de terrenos escarpados a veces se sitúan en las partes más rocosas y "pueden darse casos en los que el macho desiste y las deja tranquilas. Eso sería lo positivo. Lo hemos observado algunas veces", comenta Ballesteros. Esa es la razón por la que son puntos geográficos que no tienen buenas condiciones. La explicación a cómo las osas conocen cuáles son sus zonas más seguras responde al puro instinto de supervivencia y a procesos que se desarrollan a lo largo de la evolución. "Son animales bastante inteligentes y con bastante personalidad. Tienen una inteligencia compleja", aclara Ballesteros.
De hecho, cuando tienen crías están más pendientes de estímulos externos como los ruidos o los olores. "Ellas tienen ese instinto de protección con las crías que cualquier madre o incluso humana lo siente sin a veces pensarlo". Sin embargo, a pesar de ser cautas, a veces se encuentran cara a cara con estos machos. "Ella en principio no va a responder al ataque. Está ahí un poco a la expectativa". Si finalmente se aproxima, pasa a la acción lo que se denomina "defensa activa" para desviar la atención del esbardo hacia las crías, su principal objetivo. Ballesteros asegura que desde la fundación han llegado a ver casos en los que el macho ante la reacción de protección de la hembra finalmente ha optado por desistir.
"Lo que es raro es que la hembra ataque más activamente a la hembra porque va en contra de su estrategia", añade. Lo más común al parecer es sortearla "e intenten acosar a las crías". Sin embargo, en ocasiones el azar se pone en contra de estos esbardos y, finalmente, tras el enfrentamiento el macho mata a la hembra, un caso que Ballesteros ha llegado a observar y que cataloga de "muy excepcional". Hace unos años se dio en la zona de la Cordillera Cantábrica.
"No hay tantas estadísticas como para saber en los ataques cuántos acaban con infanticidio y cuántos no". Aun así existe una estimación de 12 casos en los últimos años de seguimiento, pero el biólogo señala que algunos se escapan al ojo humano. El caso del enfrentamiento de Palencia, del que hay imágenes grabadas por Claudio Sordo Velasco y Carmen Ortega Fernández, "hay una cierta agresividad del macho hacia la hembra, probablemente porque la hembra estaba defendiendo con fortaleza a la cría", una situación ante la que considera que el operativo actuó con rapidez.
Ballesteros afirma la necesidad de dar respuesta e investigar estos sucesos en la naturaleza y, sobre todo, saber si hay opción de salvar a los ejemplares afectados. Esta última acción en la Montaña Palentina, según el biólogo, tiene una importancia mayor al tratarse de un núcleo con menos osas que en otras zonas de Asturias o León. "El hecho de perder una es relevante para la conservación, por eso se desarrolla este operativo". Esta situación también se debe en parte gracias a que "la sociedad lo demanda", sobre todo son lugares donde los osos son observados.
La intervención de las personas también puede ser en positivo, sobre todo si se trata de luchar por la conservación de la especie. Ballesteros explica que, cuando se localizan oseras, los caminos en los que hay tránsito humano son cerrados para evitar un desplazamiento que aumente las probabilidades de un enfrentamiento.
"La naturaleza a veces es dura", pero "son procesos naturales en cierta medida. Lo que tenemos que procurar es que las actividades humanas no interfieran en el sentido de que lo hagan más probable", afirma. "Por eso insistimos mucho en que los avistamientos de la fauna de los osos se hagan siempre a distancia para no interferir en su comportamiento".
Ballesteros cuenta que en la zona donde ocurrió el incidente del oso pardo muerto y la hembra despeñados se hizo una limitación de acceso a la propia peña en la que estaba la osa hace unos días para evitar que se desplazara. "En el caso de esta osa no sirvió porque los machos son muy persistentes. Recorren mucho territorio buscando hembras y al final hay probabilidades de que acaben encontrando alguna de estas así con sus cachorros", concluye.
Imágenes del enfrentamiento entre la osa y el oso en la Montaña Palentina grabadas por Claudio Sordo Velasco y Carmen Ortega Fernández. -E. M.