Castilla y León se apunta al turismo de las setas
La comunidad cuenta con su primer parque micológico, ubicado en el sur de la provincia de Salamanca, una extensa superficie que hará frente a la afición creciente de recoger setas y a la vez regulará la recolección garantizando la sostenibilidad
A pesar de que la micología es toda una tradición en algunas zonas rurales, la llegada de la pandemia animó a la gente a salir al campo e interesarse por la recogida de setas. De hecho, solo en la provincia de Salamanca en 2020 se expidieron un 15 por ciento más de permisos de recolección respecto al año anterior hasta llegar a los 2.017 permisos, según cifras de la Diputación. Por eso, para hacer frente a la situación, recientemente se ha declarado el Parque Micológico ‘Sierras de Francia, Béjar, Quilamas y El Rebollar’, el primero de Castilla y León.
Cuenta con una superficie de 57.804,97 hectáreas repartidas entre 99 montes de utilidad pública, patrimoniales y privados e incluye 44 términos municipales. La declaración del parque, que hasta entonces era un acotado, busca regular la recolección de los recursos micológicos para garantizar su sostenibilidad e incrementar los beneficios socioeconómicos de la zona, tal y como apuntó el presidente de la Diputación, Javier Iglesias, en la presentación.
El impulso del micoturismo es una de las claves del proyecto, tal y como apunta a la Agencia Ical, la técnico de Micocyl de la provincia de Salamanca, María Hernández. Lo hace en la primera jornada micológica que acoge el parque en la localidad de El Payo, organizada por Micocyl y por Montes de Salamanca. Este encuentro, que cuenta con guías para identificar los ejemplares, una clasificación de especies, showcooking y una charla, suscita “una demanda impresionante” con 80 solicitudes de personas procedentes de Salamanca, Extremadura, Portugal, Valladolid y Madrid. Una vez listos los permisos, es hora de dar las explicaciones pertinentes y comenzar la búsqueda de setas por grupos.
El parque, que a partir de noviembre será declarado ecológico, “es una zona preciosa y muy desconocida” y cumple con todas las características necesarias para la recolección con humedad y buena temperatura. Además, próximamente contará con una señalización de rutas y senderos para impulsar la zona de micoturismo. La técnico distingue la colaboración entre la Junta de Castilla y León, la Diputación y la asociación de ayuntamientos para crear el parque, que se diferencia de otros de España precisamente por su carácter regional: “otros parques que hay son de municipios a nivel más pequeño, este es a nivel de una comunidad”, matiza María Hernández.
Garantía de sostenibilidad
Mientras, en la jornada continúa la búsqueda de setas. “¡Aquí hay una!”, gritan los aficionados mientras el experto explica las características del ejemplar y el agente medioambiental vela por el cumplimiento de las normas. Esta es precisamente una de las claves, porque para que el recurso no se agote, estos agentes medioambientales, los del Seprona y guardas rurales vigilan la campaña. Se trata de una medida necesaria “para que haya una sostenibilidad del recurso, porque es un recurso que se acaba. Si no se cuida, se termina”, apunta María Hernández. Recuerda que eso ocurrió en la zona de El Cabaco: “Antes había una producción brutal y ahora ya no tanto, porque no se ha cuidado y es difícil reponerlo”, lamenta.
Para ello se deben cumplir las normas habituales: un límite de kilos dependiendo del permiso, utilizar navajas para cortar la seta, prohibición de llevar rastrillo, respetar un número de centímetros en determinados ejemplares, y obligación de llevarlas en cestas y no en bolsas de plástico, entre otras. También es importante obtener el permiso necesario para tener un control de la afluencia. Se puede conseguir en la propia plataforma de Micocyl o en los puntos de expedición privados. En el caso de incumplirlas, apunta, las multas son de un mínimo de 100 euros.
En este mismo sentido se pronuncia el guía de la jornada y aficionado a la micología, José Ignacio Gómez, quien aplaude la creación del parque, siempre que se protejan las especies para que no haya “una sobre recogida”. “Debemos respetar la naturaleza, e igual que tenemos el derecho a salir al campo y disfrutar de él, y si encontramos una seta poder recogerla y comerla, tenemos el deber de respetarla”. Afortunadamente, añade, al tratarse de una zona bastante alejada, no tiene tanta presión recolectora como otras zonas de España.
Identificar evitando intoxicaciones
“¿Se puede comer o no?” Es la pregunta más repetida al experto a lo largo de la jornada, quien pacientemente explica en qué signos de los hongos hay que fijarse para saber si son comestibles. Apunta que, aunque la micología es una asignatura muy difícil que requiere mucho estudio y experiencia, “el conocimiento micológico ha mejorado muchísimo en toda España”. Incide en que “es fundamental conocer las especies, sobre todo si son para uso alimentario, porque podemos contraer un riesgo muy grande”. “Ante la duda, no se recoge, es mejor que si solo conocen una, cojan esa y no se la jueguen”, añade la técnico de Micocyl.
Eso es precisamente lo que suele hacer la gente, que se atiene a los ejemplares que conoce para evitar riesgos. Lo que más se recolecta en Salamanca son los boletus, níscalos, parasoles y seta de cardo. Este año, añade el micólogo, ha sido abundante en amanitas cesárea, conocido como huevo de rey, y en boletales, como el edulis o reticulatus. Las asociaciones micológicas y las jornadas tienen un papel importante en esa identificación y concienciación para evitar intoxicaciones y para hacer de esta costumbre una alternativa que para algunos es una afición y para otros un modo de vida.