Trampa mortal para corzos y jabalís en los canales de León
La Federación de Caza de Castilla y León denuncia la situación
El canal de Arriola y el canal de Los Payuelos, alto y bajo, ambos en la provincia en León, se están convirtiendo en los mayores exterminadores de corzos y jabalíes de la provincia leonesa pues raro es el día que no sucumben en sus aguas un buen número de ejemplares de ambas especies.
Circunstancialmente también algún perro y hasta una yegua han perdido la vida en estas trampas infranqueables para la fauna cinegética que, una vez que caen al agua, les es imposible salir de ella al carecer estos canales de la muerte de alguna escapatoria a lo largo de todo el trayecto de estas infraestructuras.
Año tras año sucede lo mismo y no es porque corzos o jabalíes no se defiendan bien en el agua, pues nadan perfectamente, pero cuando deciden adentrarse en las aguas de estos canales, la muerte la tienen asegurada casi en el cien por cien de las ocasiones. Los ejemplares jamás van a poder superar estas barreras de no ser que cuenten con alguna ayuda externa por parte de alguna persona que se tope con esta situación y traté de echar una mano, cómo también ha sucedido. La sangría se repite para desconsuelo de quienes ven a diario cómo van cayendo y amontonándose en las rejas de los aliviaderos de estos canales corzos y jabalís, sin que la Confederación Hidrográfica del Duero, que es quien habitualmente los gestiona, hagan nada por remediarlo. La imagen es patética y en todas el denominador común es el mismo, los animales mueren extenuados, ahogados y con sus pezuñas en carne viva intentando salir de estas trampas mortales a las que nadie encuentra una solución.
El delegado provincial de la Federación de Caza de León Miguel Fierro señaló a este diario. "Llevamos años reclamando que doten a estas infraestructuras de algún sistema donde la fauna pueda encontrar una escapatoria, pero hasta el momento nadie pone el cascabel al gato y la C.H.D. sistemáticamente se limita a hacer la vista gorda y a pasar página sin querer reconocer esta catástrofe medioambiental. Curiosamente tampoco quieren contemplarla los distintos movimientos animalistas de los que no tenemos constancia de sus protestas por ningún lado y callan como meretrices, mientras vemos a diario una masacre que no costaría tanto resolver, si hubiera ganas y disposición para hacerlo", concluyó Miguel Fierro.